martes, 28 de julio de 2015

Nirvana o Infierno en la Tierra



Según el  hinduismo, budismo y jainismo, el Nirvana es un estado de cese de la actividad mental corriente y que significará una liberación espiritual, el estado de felicidad supremo. Por otro lado el infierno de Dante muestra que existen castigos cruentos a nuestras acciones y que cada uno de los pecados tiene un infierno “personal”.

¿Qué ocurriría cuando dejamos de lado las creencias religiosas o literatura y aplicamos eso a nuestra vida diaria? Es decir, cuando tenemos “un infierno en la tierra” o “el cielo en nuestras manos”.

Si analizamos nuestro propio Nirvana nos daremos cuenta que el cumplimiento de nuestros sueños y deseos es nuestro único objetivo, pero en muchas oportunidades al encontrar esa felicidad, nos olvidamos de vivir. Posiblemente se deba a que entrar en la zona cómoda es más fácil que salir de ella ya que somos seres llenos de anhelos y sueños. No es lógico que busquemos salir de ese estado de paz y tranquilidad, por lo que el Nirvana puede ser peligroso.

Por otro lado, cuando descendemos a nuestros Infiernos Personales, ingresamos a un círculo vicioso del cual no encontramos una salida. Nuestros infiernos pueden enfocarse en nuestros miedos más obscuros y en nuestros secretos más vergonzosos. Es como vivir una pesadilla que no acaba al salir el sol. Algunos lo llaman depresión, otros lo llaman miedo paralizante. No importa el nombre. La sensación la conocemos todos: haber tocado el fondo y no saber cómo subir.

Ya sea que nos atrapemos en el miedo o nos neguemos a salir de la felicidad, el resultado es el mismo: nos estancamos ya sea en la impotencia o en la complacencia.

El equilibrio necesario es bastante más difícil de obtener de lo que muchos piensan. Un observador externo podrá decirnos que debemos cambiar la actitud y que debemos seguir. Para muchos no dejar el Nirvana es síntoma de mediocridad y no querer ascender del Infierno es símbolo de masoquismo. Pero es más fácil decirlo que hacerlo.

La forma que muchos expertos sugieren para dejar atrás los estados (en los que sin darnos cuenta decidimos permanecer) es mirar hacia atrás y obtener otra perspectiva. Eso podría resultar para abandonar la depresión y el miedo, aunque es una tarea de persistencia y autoestima: no es tan sencillo encontrar (y mantener) la motivación para lograr la redención ante nuestros propios ojos (hay que aceptar que nosotros mismos somos los carceleros en el Infierno y nosotros somos nuestros jueces más severos).

Despertar del dulce sueño hecho realidad es mucho más difícil. Confundimos lo que queremos con lo que necesitamos. Lamentablemente, los humanos tenemos la tendencia a pensar que querer y necesitar son verbos intercambiables. Creo que la mejor forma de prevención ante cualquier permanencia muy prolongada en nuestra zona cómoda es la humildad y las ganas de conseguir nuevos retos. Muchas veces olvidamos que amamos ser felices porque nos costó mucho trabajo obtener la felicidad. El problema es que si nos encerramos siempre en lo relajante, no podremos crecer. Es sabio decir que lo más importante no es la meta, si no la búsqueda de ella.

Ambos estados, aunque peligrosos de por sí, nos pueden ayudar al auto crecimiento si aprendemos a observarlos teniendo en cuenta la “salida de emergencia”. No es bueno internarse en las llamas de lo que llamamos Infierno Personal o enfriarnos en Nirvana. Necesitamos nuestro combustible para seguir creciendo, así como también necesitamos enfrentar nuestros miedos o tristezas para fortalecernos.



BYE




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