domingo, 11 de noviembre de 2018

VISTA PARTIDA




Dentro del cuento “La Reina de las Nieves”, escrito por Hans Christian Andersen, existe la leyenda del Espejo Roto. Según la historia, un demonio tenía un espejo que mostraba solo cosas feas y malas. Después de muchos años en su poder, el demonio decidió romper el espejo en miles de millones de trozos, algunos de ellos del tamaño de un grano de arena. Cada resto del espejo roto cayó en los ojos de los humanos, causando que ninguno pudiese ver la belleza del mundo ni las virtudes de los demás.

                Me puse a comparar esa leyenda con la realidad actual: el no poder ver la belleza de la vida es algo que define muy bien a la depresión, también conocida como la “asesina que ataca desde las sombras”. Cuando uno está deprimido, no necesariamente siente tristeza, pero sí se siente un vacío que no se sabe cómo llenar. No importa que tengamos todo, no logramos ver la belleza del mundo que nos rodea.

                Muchas personas no conocen la profundidad de la depresión hasta que la viven. La visión distorsionada del mundo es muchas veces fortalecida por nuestras inseguridades, nuestras frustraciones y nuestra incapacidad de encontrar esperanza en nuestros corazones. Ese efecto se llama Anhedonia

                Los efectos químicos de la depresión en nuestro cuerpo no nos permiten vivir plenamente, generando de manera progresiva episodios de autodestrucción. Cuando rompemos un espejo, no logramos vernos como realmente somos, porque la realidad se ha vuelto ilegible y eso es lo que ocurre cuando nuestras neuronas no logran conectar de manera correcta. La capacidad de sentir placer se nulifica y nuestro cuerpo deja de producir endorfinas.

                Las causas y catalizadores sociales, son diversos y cada día aumentan en número. Puede ser por el estrés de las exigencias del día a día, por la inseguridad que nos causamos mutuamente, el bullying, los altos estándares físicos o incluso traumas que dormitan en nuestra psique.

                ¿Cómo detectar si alguien tiene la “Vista Partida”?, es decir, ¿cómo saber si alguien sufre de depresión? Se necesita de un ojo observador experimentado, pues muchas veces los síntomas son sutiles a los ojos ajenos.


                Lo que una persona con depresión necesita no es que alguien le repita una y otra vez que las cosas mejorarán. Como dice una canción: Tú no sabes que mejorarán hasta que lo hayas vivido. Escuchar esas frases puede frustrar más a la persona deprimida, pues es su propia incapacidad de ver con esperanza su propia vida un efecto innegable de su “Vista Partida”.

                Tal vez lo que una persona con depresión necesita es compañía constante. No está demostrado, pero posiblemente el tener a alguien que te escuche, sin juzgar ni aconsejar, solo que te escuche, puede aminorar la distorsión de la realidad.

                Por otro lado, ¿cuántas veces sin saberlo nos hemos convertido en la persona que ha roto el espejo de la realidad de otras personas? Las palabras y acciones tienen efectos como ondas de agua: poco a poco se expanden.  Nos ocurre que por un comentario fuera de lugar hacemos dudar a otros de su valía.

                En ambos lados la lucha es constante. Las víctimas luchan constantemente con “susurros” que siembran la idea del espíritu muerto; los demás debemos cuidar nuestros actos y evaluar cada efecto que tiene. No vaya a ser que cada acto haga más grande la grieta en la frágil superficie reflejante del espejo.

                Si nuestros ojos se han llenado de esquirlas de aquel espejo que el demonio rompió, es necesario que notemos que hemos empezado a ver las cosas con una luz más negativa y pedir ayuda lo antes posible. No es fácil: existe el miedo a que no nos entiendan, a que nos juzguen o incluso a que nos subestimen. Aquellos que podamos ser inmunes (por el momento) a los efectos de la maldición de la “Vista Partida” no podemos dar por sentado que la depresión es solo de aquellos que quieren estar deprimidos o llamar la atención. No sabemos lo que se siente hasta que efectivamente lo hayamos vivido.

                Muchas personas, símbolos de alegría, sucumbieron por obra y gracia de la “asesina que ataca desde las sombras” y ya no están con nosotros. No seamos ciegos. Cerrar los ojos al sufrimiento ajeno puede convertirnos en cómplices de la homicida.

                Se han efectuado muchos estudios, aún inconclusos, para alejar la depresión de la vida de las personas. Pueden a veces demorar su avance o incluso hacerla dormir, pero en muchos casos, regresa con más fuerza al recibir ayuda de un detonante, que muchas veces está en nuestras manos.

                Constante vigilancia. No vaya a ser que el espejo se rompa en más trozos y perdamos a alguien cercano o incluso nos perdamos nosotros en las tinieblas que roban el aliento al alma.
               

DISCLAIMER: 

La imagen no me pertenece. La encontré en BROKEN y fue realizada por el artista Nameless-Sight. La utilizo para graficar el efecto. No intento ganar nada con el uso de la imagen