sábado, 20 de junio de 2020

IP

Con ustedes una historia recién salida del horno. Esta historia es un midquel / sequel de mi historia "Juego de Niños" que escribí hace unos años sobre el bullying. Para disfrutar de IP, nombre de la nueva historia, deben leer "Juego de Niños" en mi blog: Juego de Ninos
Gabriel Cruz
, me demoré, pero es la historia que te prometí.
A todos, espero puedan leer las historias y darme sus comentarios:
IP


El piso desordenado tenía rastros de una noche larga y tediosa: libros, por un lado, cajas de comida por otro, el bóxer del día anterior arrugado junto al jean manchado con grasa y al polo sudado y restos de alcohol. Las cortinas y ventanas cerradas hacían más penetrante el aroma dulzón tan característico del cuarto al llenarse del humo relajante que solo ciertas hojas al quemarse expiden. La alarma del celular sonó. Eran las 10 am. En el escritorio dentro de la habitación, una laptop mostraba que había terminado de efectuar una carga de datos. Había una guitarra eléctrica conectada a uno de los puertos de entrada. Hermes, como era conocido por los pocos amigos que tenía, aunque no era su nombre verdadero, abrió los ojos y se levantó de la cama. Encendió un poco de marihuana para despertar completamente sus sentidos, mientras caminaba desnudo hacia su computadora principal.
Cerró la ventana de descarga completa y se sentó para revisar el backlog del proceso cuando su celular emitió la alerta de un mensaje de texto. Un incidente de salud que tuvo de niño, había dañado permanentemente sus cuerdas vocales, por lo que la comunicación escrita o por sistemas eran las únicas que podía usar, y como hacker, eso no era problema. Era un mensaje de Daniel, hermano de Nicolás Ramírez, su mejor amigo, a quien había dejado de frecuentar hace unos meses gracias a una pelea que ahora le parecía inútil, de hecho, tenía que hacerse un tiempo para visitarlo en los siguientes días. No podía negar que extrañaba hacer payasadas con su amigo. ¿Por qué le habrá escrito Daniel y no Nicolás? De seguro, Nico tendría la misma vergüenza de escribirle que él mismo tenía luego de cómo terminaron las cosas la última vez que se vieron.
Abrió el mensaje y un grito mudo escapó su garganta. El porro cayó olvidado en el piso. El mensaje se repetía en su mente una y otra vez: “Ven ahora mismo a la casa. Nico está muerto”.
***
El velorio y el entierro fueron desgastantes emocionalmente. Todo se hizo más real e innegable al ver el cuerpo descender esos tres metros. Las noticias en las redes y en la televisión habían hecho un carnaval enfatizando el suicidio, según ellos, para fortalecer una campaña anti bullying. Para Hermes esos reporteros eran buitres sin alma. Sin embargo, la carta, tenía razón en muchas cosas. Nicolás no lo mencionó en su escrito, pero Hermes sentía culpa amarga, en especial la frase “No tengo amigos ni con quién desquitarme.” En su mente, se preguntó cómo pudo haber sido tan ciego para no ver que su mejor amigo lo necesitaba. En verdad, había sido demasiado frío y cruel cuando Nicolás lo visitó para conversar hace meses. Hermes estuvo más preocupado por la nueva tecnología que quería instalar en su computadora que no le prestó atención a Nicolás.
— Hermes, te estoy hablando. ¡Por favor! —Nicolás se quejó.
Hermes solo levantó la mano a modo de callar. Tipeó un mensaje de texto en su celular al número de su amigo.
— Espérate. ¿No ves que se me ha congelado el sistema? Por un rato no seas tan intenso.
El mensaje llegó al celular de Nicolás, quien estaba sentado en la cama de Hermes.
— Pues disculpa que te interrumpa. Tú y tu tecnología. Realmente no te importa nada más. Me largo de aquí. No quise incomodar al grandioso hacker. —Nicolás se puso de pie y salió del cuarto.
Hermes no le dio importancia. Ya se le pasaría la cólera a su amigo. Siempre se ponía así de dramático. De seguro no era algo tan importante. Siguió trabajando en su computadora como si nada hubiese pasado. Ahora en retrospectiva, Hermes se arrepentía de su actitud. Todos le habían dicho varias veces que se abstraía cuando se trataba de tecnología. ¿Qué podía hacer? Era su punto débil. No había visto a Nicolás hace dos meses, no tenía tiempo para dramas; tenía que tener la mejor computadora. Las lágrimas de cólera no dejaron de llenarle los ojos desde el día anterior que leyó el mensaje de Daniel.
Estaba molesto consigo mismo. Fue su culpa, se repetía en su mente. No podía culpar a Nico, por más que haya sido tan egoísta de dejarlo en este mundo solo. Él tenía tanta o más culpa como aquellos que hicieron el bullying. El odio y la rabia ya no podía ser contenidos. Lanzó sus libros al suelo y tiró la taza con la infusión que le había llevado su madre para relajarlo. No podía quitar la imagen de la mamá de Nicolás, destrozada sí, pero agradecida de que haya ido a verla, pues Nicolás siempre le decía que era su mejor amigo. Era frustrante soportar tales sentimientos de vergüenza y culpa. Estuvo a punto de destruir su laptop, pues, por culpa de este aparato inerte y frío había perdido a su mejor amigo, sin embargo, una idea apareció en su mente. No podía negar su culpa, pero podría atenuarla. Él ignoró las necesidades de otros por su tecnopatía. Ahora su obsesión tendría que servirle para algo. La carta mencionó mucho maltrato, y si ese maltrato ha dejado alguna marca virtual, Hermes podría ubicarla. De hecho, eso serviría para deshacer algo del daño, calmar su culpa o simplemente hacer algo. Era más fácil enfocar su cólera en alguien más y no pensar tanto en sí mismo. Mantener ocupada la mente le ayudaría a no sentir tanto dolor.
Secándose las lágrimas de sus ojos, jaló su silla y digitó comandos en su teclado. Había leído la biografía del cracker Mitnick y conocía los algoritmos necesarios para quebrar la seguridad del celular de Nicolás. Su idea era ubicar los mensajes de texto, mensajes de voz, correos o cualquier cosa que le diera una pista del o los responsables del bullying.
El código tuvo éxito. Había hackeado cuentas anteriormente, pero siempre le pareció una invasión hacerlo con su familia o sus amigos. Había líneas que no debían cruzarse, por más curiosidad tecnológica que se tenga. Era la primera vez que veía la nube de Nicolás. Encontró las imágenes, sobre todo fotos de paisajes como atardeceres y alguna que otra imagen porno que ambos habían intercambiado. No había fotos de sí mismo solo, pero eso no era sorpresa. Nicolás era demasiado tímido como para tener algún selfie o algo por el estilo. Hermes encontró una foto que reconoció de inmediato. La única foto en la que Nicolás salía fue una foto tomada en su cumpleaños, un par de años atrás. Estaban ambos, Nicolás y Hermes sonriendo. Hermes recordaba que lo obligó a tomarse la foto solo por fastidiarlo. Era increíble que la haya guardado todo este tiempo. Hermes la grabó en su disco duro y siguió presionando al sistema. Las fotos no le ayudarían mucho. Debía crackear más profundamente si quería encontrar algún mensaje que lo ayude a entender el por qué alguien desearía quitarse la vida.
La búsqueda lo llevó a los mensajes de texto que Nicolás había recibido. La bandeja tenía muchas entradas que revisar. Se obligó a sí mismo a saltarse los que tenían el nombre Hermes como remitente. Sabía lo que encontraría ahí y no estaba listo para ver ese mensaje que ocasionó la pelea. Decidió chequear los otros remitentes para luego buscar los mails y las entradas en las redes sociales. Necesitaría café y un poco de marihuana. Sería una noche larga de investigación exhaustiva y debía estar despierto, creativo y con todos sus sentidos en su máxima expresión.
***
Siguiendo los pasos de Mitnick, Hermes logró crackear el celular de Nicolás. No solo encontró mensajes anónimos sino un video de Nicolás siendo humillado, tal y como lo describía en su carta. Aunque el video no mostraba el rostro de los atacantes, pudo reducir la cantidad de los mismos a cinco personas, gracias a las voces. Con muy poco esfuerzo pudo ubicar el IP del celular de origen. Descubrió que el celular le pertenecía a Claudia Topaz y que ella lo había reenviado a varios contactos, pero ella a su vez lo había recibido de un chico llamado Jorge Soil. Definitivamente podría empezar su investigación con esta información, pensó.
Tenía que violentar la casi nula seguridad que ambos celulares tenían. Su orgullo de hacker no podía evitar avergonzarse de la generación a la que pertenecía, pues los jóvenes de ahora no presentan reto alguno al cuidar su privacidad. Sus contraseñas son sencillas de crackear y todo está a simple vista. Si bien castigarlos sería fácil, no le hubiese disgustado algo más retador.
Activando un algoritmo que había utilizado un par de veces antes, pudo ingresar al celular de Claudia. Ella, de estar atenta a su celular, vería la animación de un lobo soplando y destruyendo unas cabañas de paja y madera, aunque por la hora lo más probable sería que esté dormida. La animación, creada por Hermes como firma personal como experto en informática, duraría solo unos segundos, así que, si no estuvo alerta, nunca podría notar la intrusión del joven hacker.
El celular tenía guardada data que Hermes podría aprovechar para vengar a su amigo. Había una conversación de grupo, con fecha de dos meses atrás, que tenía varios mensajes despectivos en contra de Nicolás. Uno de los participantes de la conversación, Andrés Waltz parecía el líder. Pudo leer cómo planearon esa broma en contra de Nicolas. No pudo evitar sentir bastante repulsión por la temática de la charla:
— Nadie tiene que enterarse. Será solo un juego de niños. — el mensaje de Andrés Waltz inició el chat.
— Sí. Nos cagaremos de risa. Se nota que no se defenderá. Tiene una cara de marica que no podrá hacer nada. — Alberto Gutierrez continuó el hilo.
— Marica y negro… que pendejada que haya nacido así. Ya debe estar acostumbrado a que lo jodan. Además, el ciclo está tan difícil que un poco de relajo no nos caería mal. —Andrés respondió, añadiendo un sticker de un hombre riéndose a carcajadas.
— Yo lo filmo si quieres, Andrés. — Jorge Soil continuó.
— Yo me apunto, amor.— Claudia había respondido directamente el mensaje de Andrés.
— Está en tu clase no Samantha? —Andrés preguntó. — Me han dicho que te mira mucho. Este marica, además de negro es huevón. Quiere usarte de pantalla jajaja.
— Sí, está en mi clase, pero en realidad es bastante callado, creo que solo lo he escuchado una vez. —Samantha Milanés replicó a la pregunta.
— Ya todos están anotados. Samantha tú serás la protagonista. Con lo que te encanta actuar, la harás linda. —Andrés demostró una habilidad tremenda para manipular a los demás.
— Sam, di que sí. No pasará nada. Es tan delicadito que a lo mejor le gusta la broma y se ríe también. —Claudia apoyó a Andrés.
— No lo sé…—Samantha escribió, dubitativa.
— Hazlo por los amigos. Recuerda que solo es un juego de niños. — Andrés volvió a intervenir en la conversación.
— Ok. Lo haré. — Samantha cedió.
La conversación seguía en planes y coordinaciones. La broma, como la habían llamado, sería la semana siguiente, luego de los finales. Samantha tendría que convencer a Nicolás que la acompañe. Los demás se asegurarían que el baño del primer piso de su universidad estuviese vacío. Samantha, luego tendría que besarlo y desnudarlo. Los demás se robarían la ropa de Nicolás y lo filmarían desnudo. Siguió leyendo y pudo deducir que Claudia era la enamorada de Andrés. Samantha era amiga de la infancia de Andrés y los otros dos eran amigos de la universidad, no muy brillantes, aunque bastante aduladores del poder que ejercía Andrés en ellos, si juzgaba su forma de expresarse.
Con los nombres de los participantes de esa conversación en el celular de Claudia, rastrearía a los demás, uno a uno para hacerlos pagar. Encontrar culpables es más fácil que revisitar la idea de su propia culpa. Debía dormir un poco. Su cuerpo se lo estaba exigiendo. Ya mañana podría comenzar con sus ataques. Sería como dijo Andrés, “un juego de niños”.
***
Hermes se dedicó a juntar toda la información necesaria para su ataque durante la mayor parte de los tres días siguientes. Lo que descubrió de cada uno le pareció bastante interesante. Quería probar un nuevo programa de interfaz en el que había estado trabajando la noche anterior al mensaje de Daniel. Había logrado una conexión entre su guitarra y el programa que había diseñado. Al conectar la guitarra y tocar ciertos acordes, podía ejecutar comandos. La prueba de fuego sería hoy. Con la información que obtuvo ideó el castigo perfecto para cada uno de los atacantes de Nicolás. Había decidido empezar con Jorge Soil, quien filmó la humillación de Nicolás.
Por lo visto, Jorge siempre fue un alumno por debajo del promedio esperado. Nunca subía los trabajaos en la intranet, sus notas eran mediocres y su asistencia a las clases era esporádica. Por lo que pudo ver, basándose en sus fotos, era hijo único y siempre fue bastante engreído por sus padres. Profundizando en los antecedentes de la familia Soil, descubrió que eran de posición bastante acomodada. Las cuentas del padre de Jorge estaban basten llenas. Eso explicaría los gastos excesivos en ropa y distracciones para su hijo.
Eran aproximadamente las 9 am de un sábado. Había pasado una semana desde el velorio de Nicolás. Hermes estaba en su cuarto, unos audífonos cubrían su cabeza. Su guitarra estaba conectada a su computadora. Si esta prueba resultaba, se abrirían muchas posibilidades para su futuro, no solo para este proyecto de venganza. El plan sería sencillo, solo debía tocar su guitarra y la información se dispararía a todas las computadoras de los alumnos, profesores y rectores de la universidad. Aunque no podía hablar por su condición, su garganta emitía un sonido que parecía una carcajada. Hermes, tocó tres acordes repetidas veces. La música en los audífonos era agradablemente activa. La computadora activó el proceso de envío. La pantalla abrió varias carpetas de comandos que se componían de letras y números.
Jorge, aún vestido solo con sus boxers sueltos, estaba en su computadora, jugando un video juego, cuando vio la animación del lobo destruyendo las casas de palos y paja con sus soplidos. La animación le pareció cómica y se estaba riendo, pero, al terminar la misma, se le borró la sonrisa. Su pantalla se había llenado con pantallazos de varias transferencias bancarias. Las cuentas destino habían sido encerradas en círculos. La imagen cambió. Una de las cuentas tomó protagonismo en la pantalla al costado de la página del banco receptor. El nombre del titular de la cuenta era el de su profesor de Filosofía. Lo mismo se repitió, pero el titular de otra cuenta tenía el nombre de su profesora de Comunicación. Las cuentas destino iban cambiando, así como los titulares de las mismas, pero la cuenta origen era la misma siempre. El titular era su padre. Luego la pantalla mostró un comparativo antes y después de sus notas. Posterior a las fechas de las transferencias había una serie de calificaciones que subían el promedio considerablemente. Si bien no eran perfectas, le permitían pasar cada curso. Una voz distorsionada se escuchó en los audífonos de Jorge: —Jorge, ya que te gusta que todos vean los videos de otras personas que haces, todos verán lo talentoso que eres en la universidad. —La voz cibernética terminó de dar su mensaje y la pantalla volvió a mostrar la secuencia que Jorge había visto.
—¡Papá! Ven rápido. ¡Debes ver esto! — La voz de Jorge estaba llena de terror mientras gritaba llamando a su padre.
***
El resultado de las acciones de Hermes, no se hizo esperar. El mismo sábado Jorge abandonó el grupo de chat que compartía con sus amigos y, según el monitoreo que Hermes estaba haciendo, no quiso contestar ningún intento de comunicación. Ni bien Jorge abandonó la conversación grupal, todos comenzaron a comentar que habían visto las notas y el traslado de fondos.
— Que fue??? Recibí un montón de imágenes de las notas de Jorge. — el mensaje de Alberto fue el primero que llegó luego de que Jorge saliera del grupo.
— Este huevón! Se dieron cuenta! Eso le pasa por no hacerlo en efectivo. — Andrés respondió con burla.
— Amor, tú lo sabías? — Claudia preguntó intrigada.
— Obvio que sí. Me contó que su viejo tenía que conservar la imagen de su familia, así que le pagó a varios profes para pasar el ciclo. Pero se jodíó. Y este idiota que no me contesta. — aunque era un texto, se notaba la soberbia de Andrés.
— Pero quién podría ser tan malo para publicar eso? — Samantha preguntó.
— Este idiota debe haber estado hablando de más. Sabes lo bocón que es. Fácil, hasta el mismo lo reenvío a todos al intentar guardar o borrar los archivos. — Andrés respondió.
— Fácil. De hecho que es un idiota — Alberto le daba la razón a Andrés.
— Ya no importa… que nos llame. Sabía que era bruto, pero esas notas son para llorar. Con razón pagó. —Andrés respondió con frialdad. — Luego hablamos me voy al partido.
La conversación no continuó, aunque todos ya habían leído el último comentario de Andrés.
El lunes siguiente las noticias mostraron que varios profesores de cierta universidad estaban en investigación por unas acusaciones de haber recibido fuertes cantidades de dinero para pasar de ciclo a un alumno. Por más que quisieran cuidar la identidad del alumno, que habría sido expulsado de manera inmediata, toda la universidad sabía de quien se trataba, pues todos vieron las mismas imágenes que Jorge. Hermes había comprobado, activando la cámara de la computadora de Jorge que se había encerrado en su cuarto, con el celular apagado y que su padre corría el riesgo de ir a la cárcel.
Unos días después, Hermes pudo acceder a la cámara y micrófono del celular de Samantha, mientras estaba reunida con Claudia, Andrés y Alberto. Se le escuchaba preocupada. Esto le permitió tener una identificación de las voces de cada uno.
— Creo que se nos pasó la mano con las bromas. —una voz aguda, bordeando en la histeria empezó a hablar.
— Pero solo era un juego de niños. No era para que se mate. —Reconoció la voz de Claudia por haber escuchado un audio que intercambió con Andrés.
— ¡Qué marica! ¡Quitarse la vida por una cojudez así! —Hermes dedujo que la voz era la de Alberto, quien había gritado marica varias veces en el video en el que humillaban a Nicolás. Parecía que esa era su palabra favorita.
— No digas eso. Es por mi culpa que no está aquí. Yo fui quien se burló más. — Hermes dedujo que sería Samantha la que hablaba. — Me voy a ir al infierno. — la voz aguda se elevaba ligeramente sobre el volumen de susurro que usaba.
— Samantha, ya estás hablando como la cucufata de mi abuela. Nadie tiene que enterase de esto. La carta no menciona nombres, pero, si no hablamos, no podrán castigar a todos en la universidad. Ya tuve suficiente con el sermón que nos dieron en la asamblea de ayer. — Hermes reconoció la voz de Andrés en este comentario.
— ¿Sabes? Creo que él tenía la razón en alejarse de ustedes. No valen la pena — Samantha dijo antes de que se escuche un movimiento brusco de una silla raspando el piso. Aparentemente, Samantha se levantó y se dirigía fuera del salón. Hermes cortó la conexión con el celular de la chica.
No podía darle importancia al hecho que Samantha haya tenido un momento de remordimiento. Se encargaría luego de ella. De todo el grupo, fue de la cual menos información pudo conseguir. Hermes decidió preocuparse de los otros tres, por el momento, pues podría castigarlos a los tres con un solo movimiento. Primero se encargaría de ellos antes hostigar a Samantha.
Había llegado otro sábado. Le tomó tiempo reunir toda la información sobre Alberto, Andrés y Claudia, pero ya tenía planeado cómo atacar. Conectó su guitarra, la vincha de los audífonos aplanaba su cabello negro y el comando estaba listo para ser activado. Decidió no hacerlo tan público como cuando tomó acción en contra de Jorge, para evitar que detectaran la IP y lo identifiquen. Después de todo, podrían acusarlo, si lo descubriesen, por violar la seguridad de la información. Los que debían recibir el castigo eran ellos. En esta ocasión, tocó una canción en estilo Rock, el favorito de Nicolás. Le pareció demasiado poético para no usar esa melodía para castigar a los otros tres culpables de quitarle a su mejor amigo.
Las acciones del programa empezaron a surtir efecto. Solo le bastaba reenviar una serie de chats y fotos a Claudia para que se derrumben los cimientos de cualquier relación de pareja.
El celular de Claudia sonó. La animación del lobo soplando en contra de las cabañas de paja y palos apareció, pero Claudia no le dio importancia. Se metió a al chat. Había recibido varios mensajes de un usuario que no conocía. El número en la pantalla era 5626. Claudia no era tan astuta para notar que la combinación escribía la palabra LOBO. Primero llegó un audio. Cuando lo escuchó, la voz cibernética le decía — La privacidad está sobrevalorada, ¿no lo crees, Claudia? Así como te gusta compartir videos de otros, creo que te gustarán estos videos que te comparto. — La voz culminó. Claudia abrió los mensajes, que eran reenvíos de una conversación.
— Andrés, quiero verte. Déjame ser tu perra otra vez. —Alberto escribió.
— Jajaja. Te gustó la otra vez? Tu culito es rico. Claudia no me lo da, así que aprovecharé. Pero, insísteme, que me excita que me ruegues— Andrés respondió.
— No soy maricón, pero me encanta que me hagas esas cosas. — Alberto insistió.
— JAJAJA eres mi perra desde esa vez que estando borracho me hiciste un oral. Todo porque a ti no te conviene que se enteren de esto, perrita. — Andrés se burló.
— Diría que a los dos no nos conviene. — Alberto respondió.
— Si tú lo dices. Ya entonces vienes? Estoy solo. Trae el lubricante, mi perrita. — Andrés dio el último comentario.
La conversación fue acompañada con fotos y videos bastante gráficos de lo que ocurrió después. El celular de Andrés estaba lleno de grabaciones de las sesiones sexuales que el joven tenía. Claudia incluso pudo identificar su propio lunar en la parte interior de su muslo. Había otro video en el que la voz de Alberto se escuchaba decir, — Dame más…
Alberto había eliminado los mensajes de su celular, pero cualquier hacker principiante podría recuperar esa información eliminada. Los videos y las fotos las ubicó en el celular de Andrés, quien no se había preocupado siquiera de eliminar la evidencia de sus actos.
Era tarde, casi la media noche. Hermes quería descansar, pero no pudo evitar la tentación de encender la cámara del celular de Claudia. La vio derramando lágrimas, que le corrían el maquillaje y gritando que Andrés era un imbécil. Sería mejor dejar que la semilla que plantó germine, aunque no podía negar la satisfacción que sentía, pues la inseguridad de Claudia creció rápido. Apagó la cámara invasora, se terminó su porro y desconectó la guitarra de la computadora. Mañana Hermes podría revisar el resultado completo de su pequeño mensaje.
Esa noche, Hermes tuvo un sueño bastante intenso. Estaba en el colegio, donde conoció a Nicolás. Se encontraba sacando algunos libros de su casillero, cuando todo se detuvo. Nicolás se le acercaba. Su tez morena combinaba muy bien con sus ojos color caramelo. No existía diferencia a como era Nicolás cuando estuvo vivo, excepto su mirada. Ya no se veía tan perturbada. Se veía extrañamente calmada y en paz.
— Ángel, hola. — Nicolás dijo al estar al costado de Hermes.
— Eres el único que me llama así. — Hermes respondió al escuchar su verdadero nombre. Sabía que era un sueño porque podía hablar, pero se sentía demasiado real. En su sueño su voz era suave.
— Soy tu mejor amigo. Debo saber más de ti que tú mismo. — Nicolás sonrío.
— ¿Por qué lo hiciste? — Toda la negación de Hermes se había convertido en ira en contra de su amigo. — ¿Por qué te fuiste? ¿Fue acaso mi culpa? Pero eso ya acaba. Estoy vengando tu muerte — La última frase sonó a una negociación propia de Hermes.
— Ángel, siempre fuiste mi mejor amigo. No te culpo de nada. No es que debieras dejar todo por mí. Yo fui también bastante dramático. — Nicolás se apoyó contra los casilleros. — Fue mi decisión. Tú siempre estuviste ahí para mí. Que seas egoísta por un momento no te hace culpable de lo que hice.
— ¿De qué hablas? Tú quisiste hablar y yo te ignoré. Es mi culpa…No, también es culpa de esos cinco abusivos. — Hermes respondió. Su voz llena de tristeza. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
— Y te convertiste en lo que juraste destruir. — La referencia de la franquicia Star Wars que usó Nicolás detuvo en seco el argumento de Hermes. Siempre habían disfrutado de esas películas. — Detente, antes que sea demasiado tarde. Ya estoy tranquilo. Nunca lo entenderás, pero ahora yo me siento en paz. Sí, fui un cobarde, pero no puedes vivir culpándote. No quiero que por mi culpa lastimes a alguien.
— Pero, es que ellos deben pagar por lo que te hicieron. — La voz, aunque en sueños, se le quebró a Hermes.
— No los lastimes. Si deseas denúncialos para que no vuelvan a hacer bromas crueles a otros y terminen como yo, pero, no los lastimes. Te quiero mucho, mi hermano. Tanto que no quiero que arruines tu alma. — Nicolás abrazó a Hermes.
El abrazo, aunque onírico, le permitió a Hermes desahogarse al fin. Lloró en el hombro de su mejor amigo. El tiempo en los sueños es extraño, lo que pareciera una eternidad, podría ser solo unos segundos en el mundo real.
— Sabes que no creo en esas cosas religiosas como el alma. — Hermes dijo con una sonrisa triste. — Haré lo que me pides y dejaré mi venganza ahí nomás.
— Hazlo por mí. Gracias por todo lo que vivimos juntos. Perdóname por todo esto. He sido egoísta, pero yo ya no puedo cambiar nada. — Nicolás dejó de abrazar a su amigo y se fue alejando poco a poco hasta desaparecer volteando en un pasillo.
Hermes intentó seguirlo y gritar su nombre, pero ya era tarde. Ningún ruido salió de sus cuerdas vocales. No había rastro de Nicolás. Una luz brillante cegó sus ojos. El sol se metía por la ventana y lo despertó. Su cuerpo desnudo estaba sudando copiosamente bajo las sábanas, mientras que sus ojos seguían lagrimeando en el mundo real. Respirando lentamente, pudo calmarse poco a poco. Era momento de aceptar que no importaba lo que hiciera, no podría nunca revivir a Nicolás.
Le costó unas horas levantarse de su cama. La impresión de ver a su amigo le había generado demasiados sentimientos encontrados. Si bien prometió no seguir martirizando a los atacantes de Nicolás, tuvo que revisar su computadora, así como la actividad de Claudia luego de recibir tales noticias. Sintió un poco de pena por ella. Había descubierto que Claudia llamó a Andrés para terminar con él. Andrés no negó que pasaran cosas con Alberto, pero de alguna forma, logró que Claudia se sintiera culpable por no ceder a sus deseos carnales completamente. Claudia lloró y luego le pidió disculpas a Andrés por ofenderlo. Hermes se impresionó de la baja autoestima de la joven, así como lo fácil que fue para Andrés librarse de culpa alguna al delatar directamente a Alberto y decir que en realidad él lo forzó. Hermes se sentía asqueado, así que juntó toda la información en una sola carpeta y decidió hacer algo correcto. Envió la información a las autoridades. De seguro podrán investigar a Andrés como autor intelectual del suicidio instigado de su amigo. No había llevado piscología, pero sospechaba que Andrés tenía ciertas tendencias sociópatas. Ya no le importaría lo que le pase a Claudia, Alberto y Andres en su retorcido triangulo lujurioso. Ya no tomaría acciones en contra de Samantha. Luego de analizar bien la situación, se dio cuenta era la única que mostró arrepentimiento por la broma en contra de Nicolás. Eliminó la poca información que tenía sobre ella.
Le apenó mucho escuchar que unas semanas después, Samantha se había suicidado, cortándose las venas. Quedó impactado por la carta que había intentado escribir, a la cual tuvo acceso gracias al morbo de los mismos medios de comunicación que publicaron la carta de Nicolás. En su carta le pedía perdón a Nicolás. La culpa fue tal que ella no pudo soportarlo.
Hermes no sentía culpa por lo que pasó, Nicolás se lo había dejado muy claro en su sueño. Fue su decisión, pero sí se sintió impotente al no haber hecho algo más por ella. Decidió investigar y crear un algoritmo que pueda detectar por lo que se escribe, fotos o comportamiento alguna actitud peligrosa. Quién sabe, a lo mejor si ponía sus talentos para trabajar en algo bueno, podría prevenir otros suicidios entre los jóvenes.

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