viernes, 1 de abril de 2011

Proposito de vida

Dejando el circo y la poesía de lado por un momento me puse meditar en los propósitos de las personas. Estos propósitos le dan sentido a la vida y en muchas ocasiones son las únicas motivaciones para vivir. Pero ¿qué ocurre cuando estos propósitos, o catalizadores si prefieren, desaparecen?

Empecemos con el mundo de la ficción, para hacerlo más simple y luego llevarlo al mundo real. Leí una parodia que le hicieron al personaje más obsesionado con el propósito de su vida. Me refiero a Will E. Coyote, cuya vida tiene sentido al perseguir al Corre Caminos. En dicha parodia, el Corre Caminos muere y tiempo después, el coyote decide quitarse la vida, pues ya no tenía sentido vivirla, pues sú único propósito era solo perserguir e intentar capturar al ave. Otro ejemplo, es la relación entre Batman y el Joker. Joker no puede destruir completamente al justiciero nocturno, pues ambos se complementan. El punto de su obsesión es tal que incluso asesinará a cualquier persona que intente matar a Batman. Estos son dos ejemplos, pero existen miles más.

Entrando en el mundo real, y arriesgándome a que me llamen cruel e inhumano por lo que escribiré, vemos que estas formas obsesivas de vivir las vidas tan propias de seres ficticios, no son tan irreales. Para muestra vayamos por la relación padre e hijos. Es normal que los padres protejan a sus hijos, y eso me parece lo mejor, pero cuándo sus bebés crecen y deciden tomar sus propias decisiones (erradas y acertadas) los padres entran en shock, pues se les quita el propósito de sus vidas. No es sorpresa que nos preocupemos cuando nuestros hijos aumentan su edad, pues ya no somos útiles (a nuestro parecer).

Otro caso, en el que muchos se sentirán identificados, la típica (a veces sincera, a veces no tanto) frase a la pareja: "No puedo vivir sin ti" y en efecto, cuando las relaciones terminan, las personas pierden las ganas de seguir, de vivir; nos dejamos al abandono (por la depresión post pérdida de propósito). En los momentos más sanos, conseguimos nuevos propósitos, o incluso identificamos esos mismos propósitos en nuestro interior, lo cual sería ideal. Pero en los peores casos, caemos en el mar más obscuro de la desesperación.

Muchas veces podríamos terminar como aquella parodia del coyote, o peor aún como una parodia de nuestras propias vidas, tratando de imitar una costumbre que hemos adquirido, por nuestra baja autoestima, ya que gracias a eso no reconocemos nuestro potencial, y colocamos nuestras esperanzas en propósitos externos, que si bien pueden motivar en forma saludable al inicio, pueden ser perjudiciales, pues nada es eterno y si no sabemos cómo perdurar, nuestra vida puede ser tan patéticamente dependiente de agentes externos que no sabríamos reaccionar si éstos desparecen.

¿Y si lo vemos un poco más optimistas? Siempre nos esforzamos por conseguir un objetivo o una meta, pero no sabemo qué hacer cuando cumplimos ese objetivo o llegamos a esa meta. Nos proponemos propósitos, pero no planificamos lo que haremos al ganar, es decir nos quedamos inmóviles porque nos preocupamos en el cómo pero no en el qué.

¿Tú vida tiene propósito? Cuidado, pues puede desaparecer y tú podrías ser una estadística más, un coyote muerto en el desierto, un payaso que no sabe vivir sin intentar asesinar, o peor aún: un humano con tendencias psicóticas y suicidas de esos que abundan en todas las ciudades, en otras palabras, el común denominador actual.


BYE

1 comentario:

Azul dijo...

Tengo tantos propositos , y ahora me pregunto que quiero hacer cuando los logre! es un post reflexivo! excelente me ayudo.