lunes, 4 de julio de 2016

Las Crónicas del Odio





Dicen que los humanos le tememos a lo que no entendemos y por esa falta de entendimiento destruimos lo que tememos. A lo largo de nuestra historia lo hemos demostrado de una manera infalible.

Somos capaces de amar apasionadamente, pero también, de odiar con intensidad aún mayor. El odio, a diferencia del amor, nos hace ser menos cautelosos. Usualmente cuando amamos a alguien, tratamos de que quede en lo secreto, sin embargo, el odio deja huellas mucho más profundas en la línea temporal de la humanidad.

Para sustentar esa última observación solo nos hace falta analizar los crímenes de odio: asesinatos por el color de la piel, por las preferencias políticas, por la religión, por las preferencias sexuales o incluso por atrevernos a ser distintos. A falta de mejor expresión, considero que tenemos el odio programado en nuestros genes. Desde jóvenes con el bullying hasta adultos con las masacres, genocidios, holocaustos y demás acciones demostramos un lado más primitivo de nuestra psique.

Estos crímenes de odio, justificados por los perpetradores con una expresión de “inocente” ignorancia o por un complejo de superioridad han sido registrados en los anales de la historia. En realidad, se trata de intolerancia que se mezcla con estrechez de mente y una pizca de fanatismo cegador. Las víctimas han cambiado con la evolución de las culturas, pero el resultado es el mismo: Sangre derramada.

¿Cuál es la provocación del odio? Simplemente algo que sale de nuestro estándar y que amenaza nuestra percepción de la realidad.

La persecución de los primeros Cristianos por parte de los Romanos; Hitler cazó Judíos; en Salem quemaban mujeres acusadas de brujería; el KKK perseguía personas de color; las torres gemelas; el terrorismo interno en Perú; un tiroteo en una discoteca con público homosexual; nombremos la tragedia y obtendremos los datos que confirman que hemos vivido eras cargadas de intolerancia. Yoda, un personaje ficticio, lo definió muy bien en una frase: «El miedo es el camino hacia el lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. >>

Hemos predicado tolerancia, pero muchas veces nuestras acciones nos contradicen (ojo, me refiero como raza humana en general, no como individuos). ¿Qué hubiese pasado si la realidad hubiera sido inversa? Las llamadas minorías serían los depredadores en lugar de las víctimas y aquellos que odian sentirían en carne propia el terror de dormir por la noche o expresar nuestras diferencias.

En honor a la justicia, el odio radical no se manifiesta en todos los humanos. Hay muchos que luchan por los derechos de otros. Sin embargo, esos “muchos” no pueden aportar mucho a la causa porque el odio se ha vuelto eficaz y eficiente. Se han escrito poemas, entonado canciones, hecho protestas y muchas actividades más en contra del odio, pero no es suficiente. Todos podemos ser infectados por el colmillo del prejuicio en algún momento de nuestras vidas, pero depende de cada uno nuestro nivel de tolerancia.  

Muchos de estos crímenes quedarán sin castigo, y aunque sea triste admitirlo, es la cruda realidad. Por otro lado, aunque suene utópico, debemos considerar aumentar la humanidad y controlar los instintos negativos que se despiertan en nosotros cuando tememos lo que no entendemos, cuando atacamos a lo que tememos, en pocas palabras, cuando destruimos lo que no está de acuerdo a nuestra estrecha visión del mundo.





Disclaimer: La Imagen no me pertenece. La encontré en http://proyectocabra.deviantart.com/art/ODIO-377336154

Se llama Odio por ProyectoCabra. No intento obtener riqueza alguna. Solamente la utilizo para graficar el artículo









No hay comentarios: