jueves, 27 de noviembre de 2014

¡LIBÉRENLOS!


Luis Fabio era un leoncito muy valiente y generoso. Era amigo de Carolina, una tierna y soñadora oveja que trabajaba en la fábrica de almohadas y de Víctor, un búho que trabajaba en la biblioteca del pueblo. Los tres amigos siempre pasaban juntos sus tardes libres.

Una tarde, Luis Fabio despertó de su siesta, como futuro rey de la selva se las tomaba a menudo y fue a buscar a sus dos amigos. Era una tarde cálida y las hojas doradas de otoño reflejaban la luz del sol sobre la hierba. Carolina y Víctor siempre esperaban a Luis Fabio cerca al gran pino, al centro del bosque. Eran las 3 de la tarde y a Luis Fabio se le había hecho tarde. Al llegar al punto de encuentro, el joven león notó que algo estaba mal. Sus amigos no estaban. Las hojas en el piso parecían desordenadas por alguien, no por el viento. Al acercarse más al pino vio una nota, escrita con fea letra.

“Tengo a Carolina y a Víctor. Me quedaré con la lana de ella y con los libros de él. Si los quieres ver, búscame.
Esuom Yeckim, la serpiente”

Luis Fabio se molestó mucho. Esuom Yeckim era una serpiente que siempre quería molestarlo sin mayor razón que su aburrimiento. Tendría que ir a buscarlo a su cueva en la montaña más alta, esa que quedaba bastante lejos del pino. Luis Fabio tenía que sentarse a pensar antes. No sabía cómo vencer esta vez a la escurridiza serpiente. Siempre usaba trampas nuevas en su cueva, pero esta vez era diferente. Era la primera vez que sus amigos peligraban. El joven león debería liberar a sus amigos. Solamente él podría. Todos los demás le tenían miedo a Esuom Yeckim (tenían miedo de que los mordiera). Luego de meditarlo unos segundos, Luis Fabio se dirigió a la cueva de la serpiente. Sería una caminata larga.

Mientras Luis Fabio llega, veamos cómo le va a Carolina y a Víctor.

“Auxilio beee, auxilio beee” lloraba Carolina. La jaula en donde estaba era muy fría.
“Tranquila Carolina, hoot, sé que Luis Fabio vendrá hoot”. Víctor intentó consolarla desde su jaula.
“Sssssilencio…Luissss Fabio no podrá resssscatarlosss. Yo tengo lassss llavesss escondidasssss, ademásss soy mil veces más lisssto que él” -Esuom Yeckim dijo.
“¡Déjanos salir, hoot! Mira ya hiciste llorar a Carolina. Luis Fabio te vencerá, hoot.”-Víctor intentó defenderse, pero la serpiente golpeó la jaula mareándolo.

Después de casi media hora, Luis Fabio llegó a la cueva. Estaba oscura y apenas podía ver. Menos mal había llevado su linterna y eso le ayudó a encontrar su camino. Sentía frío. La cueva parecía estar influenciada por un invierno eterno, lo cual era curioso, porque él había aprendido en el colegio que las serpientes se quedaban dormidas con el frío. Lo que Luis Fabio no sabía era que Esuom Yeckim usaba siempre una chalina y un saco abrigadores.

El leoncito siguió avanzando con cuidado. El piso estaba muy resbaloso. Llegó a un lugar donde alguien había encendido lámparas. Había dos jaulas, una encarcelaba a una oveja y la otra a un búho: sus dos amigos. No había rastro de la serpiente.

“¡Amigos, vengo a liberarlos!”- Luis Fabio les gritó.
-“Con cuidado bee, Luis Fabio. Debe estar cerca, bee”- Carolina le advirtió.

Y así era. La serpiente se levantó silenciosamente desde las sombras e intentó atacar al león por la espalda. Lo tomó por sorpresa y Luis Fabio soltó su linterna. La serpiente los estaba apretando fuertemente. Seguía usando su chalina y su saco.
-“¡Suéltalo, hoot!”- Víctor gritó desde su jaula.
-“Tú puedes, Luis Fabio bee”-Carolina animó.

Luis Fabio intentó algo que había aprendido cuando paseaba por el bosque solo. Lanzó un rugido tan fuerte que la serpiente tuvo que soltarlo.

-“No me vencerássssssss.”- Esuom Yeckim le respondió. No se había dado cuenta, pero su saco se le había caído.
-“¡Libéralos! No tienes el derecho de quitarles su libertad”- Luis Fabio le respondió.

La serpiente se lanzó en contra de Luis Fabio, pero esta vez él estaba listo. En el forcejeo, logró quitarle la chalina de su cuello, y como le habían dicho en el colegio, Esuom Yeckim se quedó dormido al instante.  Su cuerpo no resistió el frío de su propia cueva.

-“Buscaré la llave en su saco”.  – Luis Fabio dijo y se acercó al saco.
Con la llave pudo liberar a sus amigos de sus jaulas.
-“Gracias Luis Fabio, bee. Eres muy valiente, bee.”- Carolina dijo mientras sonreía y abrazaba a Luis Fabio.
-“Hoot, Hoot. ¡Muchas gracias Luis Fabio!”- Víctor se unió al agradecimiento.
Los tres amigos salieron de la cueva, dejando a Esuom Yeckim para que duerma tranquilo. Una vez fuera, se pusieron a jugar como habían quedado, disfrutando de su libertad recuperada.


FIN

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