miércoles, 9 de febrero de 2011

Recuerdos de una Maravillosa noche.


Antes de empezar, una pequeña información. Hace algunos años inspirándome en algo que vi y leí, hice unas cartas para unos amigos y en las cartas les describía lo que según yo, eran sus emblemas, sus cualidades máximas. Consecuentemente, escribí esta pequeña historia, la cual ha sido editada el día de hoy (usos dobles de palabras, etc.) Sería perfecto si mis queridos emblemas se ubicaran cada uno en esta pequeña lectura que les hice para agradecerles la amistad. Sé que si lo leen, ellos se encontrarán y sabrán lo importantes que fueron, son y tal vez serán en mi vida. No podré usar sus nombres por defender su privacidad.



Recuerdos de una maravillosa noche


En la obscuridad de la noche, proveniente de una luminosa  estrella, se me presentó un ángel  cargado de luz.  Al principio pensé que era un fantasma, una ilusión, pero era muy real.  Este inocente ángel llevaba en sus manos la más bella de las rosas rojas.

Me dio curiosidad y me entablé conversación con él.  Tocó mi corazón con su dedo índice y lo llenó de amor.  Me mostró la unión de dos seres en una amistad, permitiéndome comprender el complemento cuasi perfecto de dos seres diferentes.

Conversando con este ángel, sentí como una gota de agua salía de mis ojos y me percaté de nuestra sinceridad. Esta lágrima, en mi interior se transformó en un tranquilo mar. Mis pensamientos se volvieron creativos

Colgando en su cintura vi un paraguas, como si fuera para protegerme de la lluvia, y noté también un reloj de arena. Aquel  ángel me regaló un caramelo muy dulce para aliviar aquellas amarguras que me habían robado la niñez.

En su túnica, con mucho arte, estaba dibujada una balanza de justicia a lápiz.
Una misteriosa energía salía de su alegre sonrisa. Esta energía, en forma de una chispa, me llenó de muchos conocimientos muy sabios.  Me inspiró a salir de las sombras.

No sé por qué pero el valeroso brillo del sol me cegó en ese momento y no entiendo por qué una armoniosa melodía me llenaba de paz y paciencia.  Esa melodía parecía salir de una caja musical.  Quería  mantener ese hermoso ritmo. Esa hermosa música me entretuvo mucho ya que cantaba directo a mi espíritu.

Me dio su mano y comprendí que la misericordia está a  mi lado. Al  ver en su cuello una cruz, me di cuenta de su lealtad. Luego, de su túnica, sacó una pequeña botella que me iluminó en la ciencia.

Me recordó que la vida debe ser vivida a nuestra muy loca manera. Encendió una vela y me dijo que mi fe no debe apagarse nunca. Sus alas abiertas me hicieron ver la entrega a Dios que debo tener.

Golpeó cariñosamente mi corazón con un martillo de trabajo, lo volvió  humilde y bondadoso.  Con mucho empeño me enseñó pacientemente mi verdadero nombre, aquel que ya había olvidado por tantas preocupaciones. Me abrazó.

Me susurró al oído que luchara con tenacidad  como una flecha, con la espada de mi corazón.  Que nunca pierda el optimismo en la vida, que sea fiel a mis sueños, que tenga iniciativa y que sea versátil en mis actos.  Me regaló un anillo para recordar esto.  Me guió por el buen camino gracias a una hermosa brújula que parecía haber tenido oculta.  Me regaló equilibrio en mi vida como un Ying Yang.  Me obsequió transparencia como un cristal muy hermoso.

También me animó y motivó a seguir adelante, mientras el amanecer empezaba a ganar terreno.  Me pidió que fuera más decidido.  Me enseñó a aceptarme con mis defectos. Dándome así un visto bueno en mi frente, concluyó “Ahora eres libre.”   Son palabras de verdad, tran transparentes como el hielo.

Antes de despedirse, creó una esfera muy cálida de comprensión y me la arrojó, provocándome somnolencia. Dormí como un bebé en los brazos de su madre.

Cuando desperté, mi corazón se había transformado en un reluciente arco iris, dándome fortaleza, haciendo que mis fantasías se volvieran esperanzas. A mi lado, había un tierno oso de peluche, una canción de cuan provenía de él.

En la ventana, donde estuvo parado el ángel, había un cristal rojo muy brillante, supongo  que es su corazón puro. Lo último que recuerdo, fue la promesa que me hizo como si de un contrato se tratara:    “Nunca te abandonaré.”  

El fuego en la vela seguía bailando al ritmo de la música. Al levantarme, me apoyè en un sencillo bastón que encontré al costado de mi cama y me sentí con mucha vitalidad y fuerzas.

Solo pude sonreír y agradecer que este milagro tan maravilloso. Sé que mi carácter aumentará con esta experiencia.


BYE.

1 comentario:

♥ Helen ♥ dijo...

Me parecio ver que por alli aparecio el emblema con el cual tu me identificas... Sabias que aun guardo la carta que me diste ☺☺☺ Eres una gran persona y una amigo maravilloso ☺ Ahh, y si por alguna razon no lo sabias, te re quiero ☺