lunes, 24 de febrero de 2025

BLOQUEO DE LECTURA

 


 

El olor a canela invadía el ambiente del comedor gracias al incienso que ardía sobre la pequeña mesa de la esquina. Una melodía instrumental con volumen medio se escuchaba y las luces de las lámparas iluminaban el centro de la mesa grande. Sobre la mesa, Demi Sagllos se preparaba para hacerse una lectura de Tarot. Habían pasado varios días desde la última vez que se tiró las cartas y ya era hora de consultar con el mazo. Colocó una copa llena con agua junto a la tela que usaría durante la sesión. Un cristal de Ojo de Tigre, piedra protectora de Leo, descansaba al lado derecho de la tela.  Todo estaba listo y Demi empezó a barajar las cartas.

 

            Luego de mezclar las cartas tres veces y partir el mazo en tres, dispuso las cartas en dos filas de siete cada una, todas ellas boca abajo. Demi tomó aire profundamente y volteó la primera carta: el As de Espadas. La lectura empezaba con una carta que aludía a la mente y a la razón. Demi tenía suficiente práctica como para no emocionarse con una sola carta. La lectura debía ser completa. Volteó la segunda carta, luego la tercera y así siguió hasta la decimocuarta y última carta. Era una secuencia ordenada del palo de las espadas, del As al Rey, todas en su posición regular. Eso es improbable, tanto desde el punto de vista práctico como desde el matemático, luego de haberlas mezclado tan bien. No podría leer esta tirada. Tal vez se equivocó sin darse cuenta al barajar. No había tiempo para pensar mucho en eso. Su hijo la reclamaba en la habitación de juegos. Ya podría revisar lo que ocurrió cuando el niño de nueve años se haya dormido. Recogió las cartas y las guardó.

 

            A la media noche el esposo e hijo de Demi ya estaban dormidos. Demi estaba cansada, pero su curiosidad podía más. Tenía que reintentar leer las cartas. Volvió a barajarlas. Su fiel y confiable mazo Raider -Waite estaba desgastado por el uso, pero eso es lo que lo hacía especial. La había acompañado desde que empezó a aprender la simbología y los arquetipos de los arcanos mayores, así como los significados ocultos de los menores un año atrás. Esta vez usaría otro tipo de tirada. Se decantaría por la Cruz Celta[i], una formación clásica entre lectores del Tarot en la cual colocas diez cartas en un orden específico para responder determinadas preguntas. Colocó las cartas boca abajo en la distribución que conocía tan bien y fue volteando una a una. El resultado de hace unas horas se repitió, con la diferencia que ahora era el palo de Bastos. Tratando con poco éxito de conservar la calma, Demi fue al cajón donde guardaba su material esotérico y sacó un mazo de Tarot más reciente, el cual usaba como repuesto. Barajó las cartas y las partió. Volvió a armar la Cruz Celta concentrándose en la pregunta ¿Por qué siente el bloqueo? Las cartas salieron nuevamente en orden ascendente mostrando el palo de los Oros. Es imposible que tres tiradas consecutivas con distintos mazos salgan así. Cogió el celular y marcó el número que necesitaba.

 

—Disculpa la hora. Necesito verte a primera hora. Ha ocurrido algo con mi Tarot y ya me siento asustada. —Demi lanzó las palabras de manera apresurada a su interlocutor no presente.

 

***

            Demi se encerró en su cuarto a oscuras, víctima de una migraña que incluía visión borrosa. Decidió tomar una pastilla y una manzanilla para intentar descansar. Su esposo estaba en el trabajo y su hijo aún tenía un par de horas en el colegio. No podía dejar de pensar en lo que le había dicho su maestra en Tarot. Había ido a visitarla temprano, llevando sus dos mazos de Tarot para mostrarle lo que le preocupaba. Su maestra la recibió y escuchó lo que Demi tenía que contarle. No podía creer hasta que vio la tirada que hizo Demi. Nuevamente fue un conteo ordenado del As al Rey, pero con el palo de Copas. Dejaron de lado los mazos de Demi y su maestra sacó su mazo. Le pidió a su alumna que las barajara para recibir una tirada. La maestra tiró las cartas usando la distribución del Zodiaco[ii], en la cual cada posición representa una característica de un signo zodiacal. El resultado fue nuevamente una numeración del uno al doce, bajo el palo de la Espada. En verdad era imposible ese tipo de resultados.

 

Sin perder tiempo la maestra barajó las cartas y realizó una nueva tirada para ella misma, usando la distribución de la Cruz Celta Tradicional, la misma que Demi había intentado la noche anterior. Su resultado tenía coherencia: En la posición uno le salió el Cinco de Oros, en la segunda posición el Caballero de Copas, seguido por La Emperatriz, El Carro, el Siete de Bastos, el Tres de Oros, el Cuatro de Espadas, el Ocho de Bastos, La Estrella y finalizando en la décima posición con el Tres de Copas.

 

—Solo había leído sobre esto en algunos escritos antiguos. Pensé que solo era teoría, pero veo que no es así. —la maestra explicó. —Tienes las energías bloqueadas. Como sabes el Tarot es un espejo de tu ser en este momento y para que te salgan esos resultados tan raros es que hay algo que bloquea tu sensibilidad ya sea en la mente, la acción, las emociones o en lo material. Sugiero descanses unos días del Tarot, mientras yo investigo más a fondo.

 

            Luego de revivir en su mente por enésima vez lo ocurrido en la mañana, sintió como la somnolencia causada por la pastilla atacaba poderosamente sus sentidos. Debería dejarse vencer por los efectos relajantes. Solo un rato…solo un momento de sueño…solo…

 

            Demi se transportó a un espacio tranquilo, con nubes violetas adornadas con amarillo. Volaba mientras oía música de Enya. Las setenta y ocho cartas volaban a su alrededor, formando un espiral, como si intentaran protegerla. Comprendió en ese momento que estaba teniendo un sueño lúcido. Siempre disfrutaba cuando tenía conciencia onírica porque esos sueños eran los que más le hacían aprender. Sus gafas reflejaban el rápido movimiento de los arcanos mayores. Una suave brisa acariciaba los rulos de su cabello oscuro matizado con algunas canas elegantes.




 

            Las cartas siguieron su vuelo, como si fueran aves y guiaron la mirada de Demi hacia una puerta de madera sobre una nube especialmente grande. La puerta le parecía conocida. Los detalles de metal negro a modo de manijas le movían la nostalgia. Era la misma puerta que tenía en la casa de su infancia. Se acercó a la nube. Lágrimas alegres invadían sus ojos cafés.

 

            La pesada puerta de madera, que parecía ser hecha en cedro, se abrió para recibirla. Una luz cegadora la recibió de improviso. Mientras el brillo disminuía, se seguía escuchando el viento cortado por las cartas del Tarot volando. La melodía de Enya se escuchaba más lejana que cuando estaba fuera de la puerta. Sentía un aroma a milanesas y papas fritas. Su vista se acostumbró a la iluminación y cuando se aclaró todo, pudo notar la decoración de la casa de sus padres: el cuarto de su hermano a su izquierda, el cuarto de sus padres y el de su hermana a la derecha y el que vendría a ser el suyo propio al otro lado del pasillo. Por el pasillo estaba la cocina y luego la sala y el comedor antes del jardín interno. No había duda. Estaba soñando con el lugar más seguro que había conocido, en el cual había vivido hasta ser joven adulta.

 

            Caminó por la casa hasta llegar a la sala, absorbiendo cada recuerdo marcado en la pintura blanca de las paredes, en aquella grieta que nunca se reparó, en esa mancha en el piso o en el metódico orden de los cojines del sofá. Respiró el olor del césped que entraba por la puerta de vidrio abierta.

 

            —Demi, bienvenida hijita. ¿Quieres que te prepare algo?

 

            Demi reconoció la voz de inmediato, a pesar de no haberla escuchado hace años. Lentamente volteó y la vio. La voz delicada y alegre de su madre, Ana, provenía de una mujer menuda, con corte de cabello pequeño y una sonrisa que llegaba a sus ojos por lo sincera. Vestía un mandil de profesora y a modo de accesorio se había colocado unas gafas de broma sobre su cabeza. Antes de cualquier reacción, Demi escuchó una voz masculina y grave que venía de la puerta de la cocina.

 

            —Demi, tu mamá te hizo una pregunta. —dijo su padre Manolo.

 

            Demi corrió a abrazar, primero a su madre y luego a su padre, quien vestía un par de jeans y una camisa a cuadros. En el piso de la cocina Manolo había dejado un inflable, de los que se usan en las piscinas, con forma de cocodrilo. Demi ya se había acostumbrado al sonido de las cartas, al punto de ya no sentir el ruido del aire, mientras flotaban al ras del techo formando un halo, girando a velocidad media.

 

            —¡Los extraño tanto! — Demi logró decir con la voz entrecortada mientras ambos padres se sentaban en el sofá y le indicaban que los acompañe.

 

            —Siempre estamos contigo. Por eso quisimos visitarte. Hemos notado que te preocupan muchas cosas. — Ana dijo en voz baja mientras acariciaba el cabello de Demi.

 

            Sin filtro alguno, Demi comenzó a derramar todas sus preocupaciones: la casa, el hijo, la plata y su salud. Con amargura amorosa les recriminó a sus padres el por qué se fueron. Ella lo entendía, pero era el momento de desahogarse. Manolo le tomaba la mano durante toda su verborrea. A pesar de su edad, Demi volvió a sentirse como una niña.

 

            El tiempo perdió toda importancia. En el sueño pudieron haber pasado horas o años. Demi sabía que las reglas oníricas eran distintas al mundo real y sabía que en algún momento debía despertar, pero por ahora solo quería disfrutar. Se sentía liberada mientras compartía un cómodo silencio con sus padres.

 

—Demi, tu madre y yo debemos irnos, pero queremos dejarte con alguien que hace tiempo quiere reencontrarse contigo. — Manolo se puso de pie y le extendió la mano a su hija para que lo acompañe por el pasillo.

 

Caminaron hasta llegar a un espejo de cuerpo entero. Ana abrazó a su hija para despedirse y caminó hacia la cocina, desvaneciéndose lentamente. Manolo le dio una última indicación a su hija.

 

— Demi, estamos muy orgullosos de ti. Gracias por darnos un nieto tan bello. No debes cargarte tanto. Solo te bloquearás más. La persona que verás te ayudará, solo si la escuchas y haces lo que te dice. Ni tu madre ni yo podemos acompañarte, pero recuerda que siempre estamos contigo. — Manolo le dio un beso en la mejilla a su hija y caminó hacia el jardín, desvaneciéndose al igual que Ana. Demi aún sentía la presencia de ambos, aunque ya no los veía.

 

            Se acercó al espejo. Tenía miedo de lo que vería, pero confiaba que sus padres nunca la pondrían en peligro. Su reflejo la recibió. Inicialmente se mostraba con los rulos despeinados y las gafas que cubrían las arrugas en sus ojos, pero poco a poco, el sonriente reflejo fue rejuveneciendo. Su atuendo cambió. Vestía una falda larga color azul, un moño ajustado recogía su cabello y estaba descalza, recordando las épocas juveniles en las que Demi bailaba Marinera. Su niña interna salió del espejo y le tomó la mano. La mirada amorosa de la niña no mostraba ni una onza de tristeza o decepción. No juzgaba a Demi, para su propia sorpresa.

 

            —Demi, quería tanto verte. Me tenías olvidada, pero no te culpo. Déjame leerte las cartas. — La pequeña Demi extendió su mano izquierda, la más cercana al corazón, y las cartas, que no dejaron su vuelo, fueron a reposar sobre su palma.

 

            Una mesa redonda apareció de la nada junto a un par de sillas. Ambas se sentaron a la mesa. Demi adulta miraba como su contraparte barajaba con maestría las cartas varias veces.

 

            —Esta tirada se llama el Paso Seguro[iii]. La primera posición representa al viajero, en este caso, tú. La segunda es la razón del viaje y la tercera es el camino recorrido. La cuarta posición representa el camino por recorrer, la quinta los obstáculos, la sexta la fortuna y la última posición, el destino. Tiene forma de una estrella. — la pequeña Tarotista explicó antes de empezar a tirar las cartas.

 

            Demi sabía que debía concentrarse en la pregunta que quería hacer, para que la lectura sea precisa, digno reflejo de su ser. Se sentía preocupada. ¿Y si en sus sueños se repitiera la situación de bloqueo de lectura que en su mundo real? Temía que volviera a ser una lectura sin sentido.

 

—Eres la Reina de Espadas: realista, franca y sin rodeos. Buscas en tu viaje equilibrio con la carta de la Templanza. Has tenido una vida llena de imprevistos que te han obligado a reconstruirte como la Torre. Eres una mujer que no se rinde; la carta de la Fuerza es tu camino por delante. Los obstáculos se representan con el Tres de Espadas: penas, dolor y desconfianza. Tu fortuna es el Diez de Copas: apóyate en la felicidad que tu familia te da y disfruta de la armonía que vendrá para tomar tus decisiones. Tu destino es El Mago: potencial de hacer realidad todos tus deseos. Te han salido unas cartas interesantes. — La voz preadolescente de Demi dejaba notar la alegría que le daba esa interpretación. Se escuchaba a lo lejos un sonido agudo. Un timbre. —Es momento de despertar. Creo que te están buscando. No olvides visitarme de vez en cuando, Demi.

 

            Demi despertó en su cama, relajada y con un nuevo propósito. El timbre no era en su casa, sonaba desde la puerta vecina. Había dormido solo una hora. Todavía tenía tiempo antes que llegarán su esposo e hijo. Cogió su mazo de cartas y las barajó trece veces. La primera carta que salió fue El Loco: un nuevo viaje empezaría, pero para continuarlo debía aplicar lo aprendido para no bloquearse. No iba a ser fácil, sin embargo, se sentía animada a intentarlo.

 

 

 

 

           



[i]  Cruz Celta Tradicional:




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[ii] Zodiaco:

 



 

[iii] Paso Seguro (Lectura Demi)




 



 El arte de Demi fue realizado por Nady Maguiña