La noche estrellada fue testigo de la colisión
violenta.
Se encontraron y no pudieron controlar
sus impulsos.
Se acercaron mutuamente el Amor y la
Muerte: ambos sin forma definida pero reales.
Entrambos impredecibles, agresivos e irreversibles.
Alternaban entre ellos sus diferencias:
crueldad o dulzura;
calidez o frialdad;
euforia o pena;
combate o paz eterna;
Los dos pueden herir o sanar
según sus necesidades propias.
En el encuentro,
inicialmente el Amor tomó forma de un
atractivo hombre joven desnudo
mientras que la Muerte asumió la
apariencia de una mujer voluptuosa
vestida completamente en negro.
Se tomaron de las manos y todo cambió.
Se convirtieron en niños que compartían
la primera caricia tímida;
Cambiaron de hombre a mujer y de mujer a
hombre; de jóvenes a ancianos.
La edad era relativa: el Amor se
convirtió en bebé y la Muerte en una mujer de edad.
Los roles cambiaban de rato en rato;
Hombre y mujer;
Hombre y hombre;
Mujer y mujer;
Mujer y hombre.
Todo porque son universales: todos los
experimentarán en algún momento.
Ambos sexos en contacto constante
en una orgía de a dos; en una orgía de
mil.
Recibir y dar. Empujar y jalar…
confundidos en el tiempo.
El orgasmo tuvo la intensidad de una
Super Nova.
El semen y los óvulos se mezclarán para
concebir.
Fruto de la pasión desatada es el vástago
más esperado por todos.
Heredando las características de sus
padres vio la luz el nuevo Ser.
Su nombre es Vida.
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