Hyde le susurró a Jekyll:
me necesitas como yo a ti... tú
serás la luz y yo la obscuridad...
de nada sirve no aceptar esa
realidad. No podemos existir sin el otro.
¿Estarías dispuesto a
destruirme con tal de ser el único?
Sería un esfuerzo fútil. La
obscuridad siempre renace.
Es lo mismo conmigo.
No puedo desterrarte, pues la
luz es escurridiza y terca:
regresará a contaminar mis
impulsos.
De nada sirve tu brillante
mente, Doctor.
Yo tengo la fuerza que tú
careces.
Así que hagamos las paces...
no puedo vivir sin ti y tú no
sabrías qué hacer sin mí.
Abraza mi obscuridad y yo me
aferraré a tu luz...
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