En la noche más obscura,
de esas que no pueden ser nombradas,
un eclipse lunar permitió
que en el cielo se viera el reflejo de los anillos de
Saturno.
Un cuervo solitario revolotea,
cubierto por la capa negra vestida por el firmamento
para succionar la luz de las estrellas deslumbrantes como
pequeñas dagas.
Se escucha el sonido de las alas rompiendo el silencio.
Desde el portal del tiempo, ubicado en las lejanas costas de
Plutón,
la obscuridad parece bailar.
Parece invitarnos a beber del elixir de la Muerte Viva,
El cual nos llevará a los brazos de Morfeo.
Los cisnes negros entonan su poco común canto.
La luna llorará conmovida extrañando su hogar, a siglos de
distancia.
Si tan solo pudiera transportarse a través del universo,
no le importaría soportar el aroma penetrante del azufre
hirviente.
El espejo refleja la obscuridad,
danzante guardiana del reposo y los sueños de luz.
Sombría, incomprendida y dulce empatía que sana,
mientras caminamos hacia un nuevo amanecer.
No temas. La obscuridad te cuida.
No la culpes de tus prejuicios,
No hay bondad más grande que cuidar de otros en las sombras.
No le temas. La obscuridad no viene sola.
La luz y ella bailan eternamente…
No hay comentarios:
Publicar un comentario