Lili estaba harta. Había practicado yoga; había
aprendido técnicas de respiración; escuchaba música instrumental; Nada le
resultó. Solo le faltaba intentar algo no tan ortodoxo. Había escuchado de una
bruja en el centro de la ciudad quien le podría ayudar. Según los rumores, era
experta en pociones.
Lili llegó al local de la bruja (que se hacía
llamar Mûre Du Petite).
El establecimiento estaba iluminado tenuemente con luces rojas. En los estantes
de las paredes se encontraban frascos que contenían líquidos de distintos
colores. Mûre Du Petite la
había citado a las 3:00pm. Faltaban unos minutos y Lili aprovechó para intentar
calmar los nervios. En el cuarto continuo se escuchaba como la hechicera
trabajaba con mucha energía. Habían hablado por teléfono y Lili le había
confesado que necesitaba una poción para obtener la paciencia.
-“Bienvenida
Lili. Terminé tu poción. Llegaste temprano.”- la voz de Mûre Du Petite era tan suave
que pareció un susurro. No obstante, habló tan de improviso que causó que Lili
se sobresaltara al ser interrumpida en sus pensamientos. No había notado que la
fabricante de pociones estaba de pie en frente de ella. Sostenía un frasco
pequeño que contenía un líquido morado que parecía ser un tanto viscoso
-“Ho…hola.
Hablamos por teléfono hace unos días…me dijiste que viniera hoy a recoger mi
pedido.”- Lili saludó, reponiéndose de la sorpresa inicial.
-“MMM ya veo
por qué me pediste esta mezcla. Ven conversemos un rato.”- Mûre Du Petite comentó. En
su voz una mezcla de sarcasmo y diversión se escuchaba y sus labios esbozaban
una sonrisa extraña, como si fuera una broma privada.
Las dos mujeres se sentaron en un pequeño sofá
blanco, a un lado de la tienda de pociones. Lili, le contó que su falta de
paciencia había aparecido cuando fue una adolescente. No podía esperar por nada
y todo le causaba molestia: una negativa de sus padres, una broma inocente o
cuando algo no salía de acuerdo al plan.
No fue interrumpida en ningún momento
durante los 30 minutos que estuvo hablando, y aunque la mirada intensa de Mûre Du Petite no se alejaba
de la de Lili, la bruja no dejó de acariciar el frasco con el líquido morado.
Cuando Lili terminó de describir su problema, la
hechicera se puso de pie y caminó hacia la puerta del cuarto en donde estuvo
trabajando, sin soltar la pequeña botella. Sus ojos oscuros se llenaron de una
seriedad.
-“Lili, antes que llegaras elaboré la poción
que me pediste. Es una poción bastante complicada, no solo por el procedimiento
de fabricación, sino por los ingredientes y dónde conseguirlos. Contiene 7
semillas de camomila, 4 tréboles de cuatro hojas, 22 lágrimas de adolescentes,
dos colmillos pulverizados de serpiente, 8 espinas de rosas rojas, 5 pétalos de
orquídea negra y 2 onzas de agua de azahar. Escúchame bien. Es una poción
peligrosa, pues una toma y te devolverá esa tolerancia perdida, pero también
atraerá toda serie de situaciones para poder pulir esa paciencia. ¿Estás segura
de querer beberla?”.- Advirtió Mûre Du Petite.
-“No estoy
segura de entender todo lo que me dices, pero la necesito. Mi falta de
paciencia está haciendo peligrar mi trabajo y
mi relación con mi familia. Si me dices que me devolverá la paciencia,
estoy dispuesta a hacer cualquier cosa. Tomaré el riesgo.”- Lili respondió.
La dueña del
local asintió pesadamente y le entregó la poción de paciencia a Lili, quien luego
de un minúsculo minuto de duda, secó el contenido del frasco.
******
Pasaron 9 meses desde la reunión entre Lili y Mûre Du Petite. Lili había
notado una gran mejoría. Ya no se molestaba con su familia y sus relaciones interpersonales
habían dejado de colgar de un hilo. Sin embargo, la advertencia de la bruja
seguía rondando en su cabeza: “…pero también atraerá toda serie de situaciones para poder pulir esa
paciencia”.
El tercer día de aquel noveno mes empezó en
forma extraña. El celular no sonó para despertarla a tiempo. Se le hizo tarde
para un desayuno de trabajo. En el auto fue atrapada en el tráfico camino a su
oficina. Sus subordinados habían arruinado accidentalmente una presentación de presupuesto.
Al medio día su mejor blusa blanca se manchó con el almuerzo. Por la tarde, su
computadora no arrancaba y al finalizar el día su jefe le dijo que al día
siguiente debía llegar más temprano y hacer horas extras. Lili se sentía
terrible. Por dentro quería llorar y gritar, pero lo único que su cuerpo hacía
era reducir la velocidad en su respiración, así como la frecuencia de sus
latidos cardíacos. Una tremenda jaqueca empezó y aunque su ser no le permitía
reaccionar, sentía que su estómago se le revolvía con la cólera contenida.
Al llegar a su casa, vio que la puerta estaba
abierta. Asustada, entró sin demora y encontró sentada en su sala a Mûre Du Petite.
Sin esperar a
que Lili hablara si quiera, Mûre Du Petite levantó la
mirada y con una sonrisa triste saludó a Lili repitiendo su advertencia: -“…pero también atraerá toda serie de
situaciones para poder pulir esa paciencia. En verdad, la paciencia falsa es
peligrosa…esa ira contenida en ti te está causando úlceras. Tú me pediste una
poción que imita la paciencia. Te dará la calma externa, aunque por dentro no
puedas controlar el dolor. La paciencia debe ganarse entrenándose, no con
atajos. Las situaciones que hoy viviste empeorarán, hasta que tú misma decidas
aceptar las cosas malas y buenas sin desear cambiarlas. Eso, querida, es la
paciencia verdadera.”
-“¿Cómo pudiste?”- Lili quería golpear a Mûre Du Petite, pero al
parecer la poción seguía regulando su respiración. Su jaquea empeoró.
-“Insisto,
debes aceptar una buena dosis de ira para tener paciencia. Si no lo haces, tu
cuerpo no lo soportará. Por Favor Lili, cierra los ojos y acepta que eres capaz
de tener paciencia por ti misma”.- Mûre Du Petite respondió.
Cerrando los
ojos, Lili concentró su mente en un recuerdo específico. La noche en la que perdió
la paciencia por primera vez y lastimó a su hermano menor. En medio de este
recuerdo, sintió el sabor agridulce de la poción. Éste se sintió fuerte al
principio.
El recuerdo se
convirtió en lo que debió haber sido: ella molesta, pero controlada diciéndole
a su hermano que no debió tocar sus cosas. Otra imagen
invadió su mente: Lili estaba de pie en la fila de un local. Al cabo de unos
minutos ella se retiró desesperada. El sabor de la poción se fue difuminando.
La escena se repitió, pero en esta ocasión, ella se quedó en la fila y al final
recibió la entrada al espectáculo que tanto quiso ver.
Mil
pensamientos comenzaron a girar en su mente, algunos mostraban la escena en la
que Lili perdía la paciencia y otros la mostraban con la reacción que debería
haber tenido.
Al cabo de un
rato, el sabor de la poción de paciencia desapareció por completo y Lili pudo
abrir los ojos. La calma falsa había pasado. Una paz verdadera la comenzó a
invadir. Mûre Du Petite la
miraba con rostro preocupado.
-“¿Qué fue
eso?”- Lili preguntó no con molestia, pero sí cargada de sorpresa.
-“Tenías que aprender sola. Yo fui como tú,
impaciente y colérica, hasta que un amigo mío en su lecho de muerte me dio la
responsabilidad de hacer brillar mi emblema de paciencia. No lo entendí al
principio, pero en su honor decidí entrenarme día y noche. De nada me sirvió la
poción. Sí, yo la tomé hace años, y al igual que tú, experimenté la calma
falsa. Me tomó un año entero comprender que me hacía daño. Una noche de febrero
en la que decidí no permitir que la ira me domine, mi pecho comenzó a brillar con
un símbolo muy parecido al de la paz. Soy una bruja, pero necesité aprender
como humana que la más grande magia es decidir algo. Yo decidí ser paciente.
Fue esa decisión la que me mantiene viva. Por favor, aprende de mis errores y
de los tuyos. Acabas de decidir ser paciente. Mira tu pecho”.- Mûre Du Petite explicó
señalando el torso de Lili. A la altura del corazón de Lili, el emblema de la
paciencia empezó a brillar, arrojando una luz morada. Por primera vez en muchos
años Lili sintió que no es mala idea esperar por algo mejor…
+++ ESCRITO EL 17 DE MAYO DE 2014
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