Permite
que los príncipes rescaten a otros príncipes y que las princesas se secuestren
unas a otras para despertar el potencial síndrome de Estocolmo.
Que
las brujas te demuestren su bondad, pero desconfía de la niña que ha ensayado
su rol de “Mary Sue”, tan inocente y dulce, el personaje “perfecto”. Ella
esconde un puñal en su crucifijo y no dudará en clavártelo entre los omóplatos,
justo en el punto inalcanzable para ti.
Hay
honor entre ladrones. Para qué robarle a otro ladrón. Los cien años de perdón
están sobrevalorados.
Hay
putas que aman y vírgenes que odian. No prejuzgues.
Los
niños con alma anciana y los abuelos con el niño interior despierto abundan en
cada rincón.
La
sangre ya no protege (sí Caín, te hablo a ti). Los sueños pueden convertirse en
pesadillas.
Hay
personas que en silencio se comunican mejor y charlatanes que no dicen nada
nunca.
Los
ángeles de alas negras pueden salvarte. Lucifer fue un ángel de plumas
prístinas.
Tu
felicidad depende de tu corazón. Solo importa que el miocardio esté latiendo
apasionadamente. No interesa a quien tu alma desea.
Los
padres no siempre son buenos y los hijos no siempre inocentes. Eros y Tánatos
juegan en el parque; Medusa fue víctima: violada por el orgullo del dios del
Mar, pero a ella se le culpó por no respetar a la representante “más sabia”.
Un
espíritu frío a veces puede calentar más que un abrazo vacío. Nada es lo que
parece… Nada parece lo que es.
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