Hola mi antigua compañera. Hemos estado juntos tanto tiempo, aunque a veces quiero guardar distancias.
¿Has
estado ocupada? Cuéntame cómo estás en esta relación poliamorosa (por tu lado)
que llevamos. Aún me niego a darte mi tesoro y virginidad espiritual. Insistes
en que ceda, pero aún no tengo el valor para que te lleves mi vida.
¿Cómo
te llevas con los demás? Me contaron que algunos ya te dieron esa prueba de
“amor” que tanto exiges. Debo reconocer que algunos fueron creativos.
¿Puedo
serte sincero? No sé vivir sin ti, pero debería despedirme de ti. Si digo la
verdad, creo que me acostumbré a tu presencia: me llenas de vacío.
“Me
gustas cuando callas porque estás cono ausente”. Una frase que describe mi
dependencia no solicitada hacia ti. Puedo ocuparme de otras cosas cuando
visitas a tus otros “compañeros de vida”.
Me
volví adicto al chocolate cuando estás conmigo. A veces no me queda otra opción
que complacerte.
Tienes
la toxicidad de una droga: adictiva y sutil, pero cuando me despojas de la
dopamina lo haces de una manera apasionada, casi orgásmica.
Soy
tuyo. Sé que no soy el único, pero es que no sé vivir sin ti.
A
veces quisiera conversar contigo y tomar caminos diferentes…solo me gustaría no
estar tan abajo cuando me visitas.
Varias
veces estuve listo para darte esa prueba de “amor” que me has pedido desde mi
adolescencia, pero tengo miedo.
Visita
a tus otros esclavos. No me molesta. Te doy permiso para dejarme cuando
quieras.
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