Eros,
quien usa su seudónimo Cupido para parecer inocente, miró a su madre Afrodita y
le sonrió maliciosamente. Se acercaba el día de aquel santo que casaba parejas
en secreto y tenía que aprovechar las hormonas alborotadas en sus víctimas
potenciales para disfrutar más de la tortura que generaba. Afrodita miraba a su
hijo con orgullo: el amor y deseo no deben ser aburridos según su filosofía.
El
plan de Cupido para la travesura de este año era simple y cruel. Dispararía al
cielo centenares de flechas de oro y esperaría que caigan aleatoriamente como
una lluvia sobre los mortales. ¡Qué divertido será el caos resultante! Todos
tendrían atracción con quien menos esperen: mayores y jóvenes; hombres y
mujeres; mujeres y mujeres; hombres y hombres; amigos y amigos; enemigos y
enemigos…. No importaba. A veces el amor empieza con el deseo así que,
técnicamente, estaba cumpliendo con su trabajo. No importaba si San Valentín
obtenía el crédito. Su labor le enorgullecía.
Todo
estaba listo para el ataque. Cupido tiene invertido mucho bronce griego en
negocios afines al romance: hoteles, spas, florerías y chocolaterías. Se dice
que las flechas doradas no solo activan el enamoramiento, la lujuria y el
romanticismo. También fomentan el consumismo de dichos productos.
Cupido
es cruel. No le importa mucho si sus víctimas encontraron a su alma gemela o a
seres tóxicos. Si en noviembre nacen muchos bebés, frutos de 14 de febrero,
solo significaría que en el futuro podrá empezar el ciclo nuevamente con estos
bebés cuando ya puedan razonar y desear. Su excusa es que el solo pone la
semilla inicial. Ya si los mortales aprovechan eso para fortalecer un poco de
Amor depende de ellos.
Bien
lo dicen los mitos: Cupido es más temible que la muerte. ¡Cuidado! Veo que la
lluvia de flechas ya empezó. ¡Busquen refugio!