¿Por qué me miras con timidez? Sentí que me buscabas cuando te
daba la espalda.
¿Acaso me quieres jugar alguna broma? ¡No! Por favor, no te hagas
invisible. Es momento de conversar. Sentémonos cerca de las tuberías y las
flores que huelen a miel y carne.
No temas...No puedo hacerte daño, aunque quisiera. Deja que la
estrella brillante te dé energía.
¿Por qué la timidez? La noche es fría y solitaria. ¿No deseas
compañía en esta casa abandonada?
¿Tendrías más comodidad si no te miro a los ojos y te doy la
espalda? Vamos, acércate y conversemos. ¿Y si nos arriesgamos con ese concepto que los hombres llaman
amistad?
No huyas... yo también tengo miedo... mantén nuestro contacto
visual.
No dejes que el silencio nos atrape. Ven, abramos la puerta juntos
y demos un paso pequeño para encender la luz.
Vamos... deja la timidez... No te haré daño. Mis ojos no te
mentirán.
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