La rutina se repite cíclicamente... nada que evite este patético Déjà
vu.
Se
busca un cambio, pero seguimos caminando con los mismos pasos.
Vueltas
sobre el eje de la tierra,
en una órbita sinuosa. Nada que sorprenda al caminante...
Déjà vu de emociones imitadas.
Queremos que nos escuchen, pero no queremos oír.
El
laberinto que alberga al reloj de arena nos encierra entre sus angulosas
paredes y esquinas.
Encender
la mecha... no tenemos esa chispa. Déjà vu una y otra vez...
Despertar;
soñar; volar...
Tiempo
que no retrocede, pero que repite ciclos hasta que rompamos el vidrio, guardián
de nuestras arenas.
Que
el pasado embarace al presente y de esta unión tan cruda nazca el futuro.
Despiértame
del Déjà vu
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