La mayoría de nosotros ha
crecido escuchando historias en las que todo “mágicamente” se arregla con el
beso de amor verdadero. Estos cuentos de hadas pueden pecar un poco al
apresurar esas afirmaciones, pues casi todas las manifestaciones en dichos
relatos sobre estiman la capacidad de “amar a primera vista”. Sin embargo, hay
varios puntos que tienen bastante lógica en medio de la ficción.
El
primer punto que me hace pensar es que por más que se le dé un valor desmedido
a la primera reunión romántica de los protagonistas, el amor verdadero es algo
difícil de encontrar. No en vano los villanos mismos subestiman esa precaución
cuando se enteran de los posibles antídotos, aludiendo que es algo inexistente.
Con respecto a la existencia o inexistencia es seguro asumir que si bien muchos
han escuchado sobre el amor verdadero, muy pocos lo han experimentado, en
cualquiera de sus presentaciones, lo cual explica la actitud despreocupada y
tratamiento de mito que los autores del posible crimen le muestran.
En
segundo lugar, contrariamente a lo que muchos piensan, el beso no es la única
representación de amor verdadero que la literatura nos muestra. Es cierto, es la más común pero no la única. Existen
cuentos en los que el amor verdadero no es el clásico romántico. Los actos de
amor van desde un beso, una lágrima, un sacrificio y puede ser filial, amical,
romántico o incluso lealtad.
Literatura
moderna y clásica concuerdan en darle la cualidad de invencibilidad al amor
verdadero, pero también le otorgan un carácter mítico pues no es tan fácil
encontrar. Sin embargo, algo interesante sobre el amor es su capacidad
evolutiva y mutable. Es cierto, nada puede vencer al amor, pero el objeto de
nuestro amor o como lo demostramos sí difiere según las circunstancias en
nuestra vida.
Como
católico sé que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Cada
religión tiene sus propios conceptos del amor, pero la mayoría coincide en que
el amor es una fuerza poderosa y temible. Nos dice la Biblia que el amor debe
ser paciente, pero como humanos la pregunta común es ¿hasta cuándo ser
tolerante? Se dice que en la antigua
Grecia Eros, la manifestación del amor, era más temido que el mismo Tánatos,
quien era considerado como el dios de la muerte.
Según
mi experiencia de vida, amar no es tan sencillo como lo pueden decir las
palabras escritas en los distintos libros, ya sean de ficción o realismo. Amar
es una labor ardua y muchas veces complicada, pues tiene muchas aristas. Eso me
demuestra la calidad única de ese amor verdadero: podemos tener momentos de cariño,
minutos de entrega o incluso acciones que nos hagan confundir el amor con la
necesidad o lujuria (nuevamente, no solo existe el amor romántico), sin embargo
esa cualidad sanadora (aunque a veces más que sanar cauteriza con un ardor
intenso) solo se logra con bastante esfuerzo, conocimiento, confianza e incluso
capacidad de recibir amor.
Menciono la capacidad de recibir
porque muchos consideran que dar amor es más digno que recibirlo. Dicen que eso
es lo maravilloso del amor: no importa si somos dignos o no(a decir verdad,
nadie es tan perfecto como para ser ciento por ciento digno) el amor se puede
dar a todos. Yo considero que tanto dar amor como recibirlo requieren de fuerza
de espíritu y carácter.
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