-“¿Dónde estoy?”
Alex no reconocía el lugar en el que se encontraba. Toda
la habitación estaba iluminada tenuemente. Lo último que recordaba era estar
sentado leyendo antes de que todo se volviera olvido. Su cabeza le dolía y una
ligera protuberancia en la parte trasera de su cráneo era señal segura de un
golpe fuerte. Alguien lo había incapacitado y encerrado. Su mente estaba
atontada. Por el silencio que se sentía, los guardias no se encontraban en sus
puestos al otro lado de la puerta. Buscó en su bolsillo y sacó su celular. La pantalla comprobó su temor: no tenía señal. Nada
serviría gritar. Por lo que observaba, las paredes eran a prueba de sonido y nadie podría oírlo por más
que lo intentase. Lo mejor sería explorar su alrededor y obtener alguna pista
que le ayude a entender más su situación.
Se puso de pie y desde esta posición pudo comprobar que el cuarto en
el que era prisionero era enorme. El techo parecía la cúpula curvada y alta de
una iglesia. La tenue iluminación provenía de varios focos azules, distribuidos
de manera equidistante entre ellos. Bajo el foco más cercano a la puerta, se
veía una mesa redonda y sobre ella había algo que Alex no podía distinguir. La
escasa luz le lastimaba los ojos. Lo mejor sería acercarse, a pesar de que el
miedo y su buen juicio le decían que hiciera lo contrario.
El primer paso que dio en dirección a la primera mesa resonó en las
paredes con un eco que podría helar la sangre al más valiente. El eco comprobó
una cosa: estaba completamente solo. ¿Qué habría hecho para que sea encerrado?
¿Por qué tanta obscuridad? Y lo más importante, ¿quién sería responsable de su
secuestro? No lo había notado antes por la confusión al despertar, pero el aire
era frío, no tanto para congelarse, pero lo suficiente para que los vellos de
sus brazos se erizaran.
Al llegar a la primera mesa encontró, bajo la luz azul,
una vitrina de vidrio albergando una capa roja como la sangre y de apariencia
femenina. La prenda estaba completamente extendida y pudo notar que la tela
estaba rasgada en algunas partes, como si su dueña hubiese corrido de manera apresurada
entre árboles.
-“Esta capa... se parece... a la que usaba aquella niña
que engañó al lobo... No puedo recordar su nombre. Debe ser una capa inspirada
en esa.”
Si bien el contenido de la vitrina lo intrigaba, no le
dio tanta importancia. No era extraño que alguna persona comprará artículos
inspirados en distintas cosas por medio del internet. En la actualidad se
podría comprar prácticamente cualquier cosa. Siguió avanzando por el pasillo.
El viento aullaba fuera de las ventanas con barrotes en lo alto de la cúpula.
Ese sonido le pareció a Alex bastante acorde a su comentario sobre el lobo.
Siguió su recorrido por el pasillo, llegando a la segunda
mesa bajo un foco azul. En esta mesa no había una vitrina, pero sí un fanal o
campaña de vidrio. Dentro de la protección en contra del polvo y agentes
externos que el material transparente otorgaba, vio un tazón con lo que parecía
ser avena. Junto al tazón, recostado en la superficie de la mesa, descansaba un
rizo de cabello tan rubio que parecía estar hecho de oro puro. Una vista más
cuidadosa le indicó a Alex que se trataba de cabello humano.
-“¿Un rizo dorado? Esto acaba de ponerse más raro y no me
gusta nada. ¿Qué es este lugar? Es más, ¿qué son esos objetos? ¿Cabello humano?
...”
El miedo comenzó a gobernarlo con puño de hierro, como
cualquier dictador lo haría. Apresuró su paso y revisó las otras mesas, todas
ellas con distintos objetos detrás de vidrio: una manzana mordida dentro de formol;
trozos de espejo; zapatos de cristal (que Alex reconoció como el calzado de
aquella doncella encargada de labores domésticas); un garfio; un abrigo blanco
con puntos negros (aunque estaba en una vitrina pudo notar que era piel
auténtica y que tenía pequeñas manchas de sangre); una flauta mordida por lo
que parecía ser algún roedor; un ladrillo color esmeralda, paja, metal oxidado
y lo que parecía una melena de león bajo una vitrina de mayor tamaño. En las
otras mesas habían más objetos, pero la repulsión que sentía no le permitió
seguir investigando.
-“¿Qué clase de mente retorcida tendría estos objetos
como si se tratara de un museo del horror?”
-“Veo que ya viste mi fantástica colección.”- una voz
femenina, cargada de frialdad proveniente de algún lugar alto delante de él,
llenó el ambiente.
Alex levantó la vista. No había notado un balcón que
estaba directamente sobre una vitrina que exhibía un lobo disecado, el cual
estaba vistiendo ropas femeninas pasadas de moda. La voz pertenecía a una mujer
alta y delgada usando un largo vestido blanco ceñido a su cuerpo. Sus manos
estaban descubiertas y sus uñas parecían las garras de algún ave de rapiña. Su
rostro estaba cubierto por un velo grueso.
-“Bienvenido a mi museo...veo que reconociste toda mi
colección.”- la voz de la mujer seguía sin mostrar emoción alguna. –“Te debes
estar preguntando por qué no puedes recordar los nombres de los antiguos dueños
de mis tesoros. La respuesta es porque yo no quiero que lo hagas.”
-“¿Quién eres? Y ¿por qué dices que no puedo recordar
porque tú no lo deseas?”- Era cierto. Alex siempre tuvo una buena memoria.
También era verdad que los objetos le recordaban a varias personas, sin
embargo, no podía recordar los nombres. Sus recuerdos estaban borrosos. Y no
podría explicarlo, pero la presencia de esa mujer lo perturbaba. Era como si ella
estuviera drenando su energía.
-“Pensé que eras más inteligente y que a estas alturas sabrías
quién soy. Mi nombre es Ignorancia y
nací en el corazón humano hace varias eras. La era moderna me ha fortalecido
con todas las facilidades para desconectarse de la realidad y me ha permitido construir
este lugar: mi contribución a la
estupidez. He asesinado sueños creativos y fantasías poderosas. Yo no hago
distinción...seas héroe o villano, yo podré destruirte e incrementar mi
colección.”- la mujer por primera vez mostró emoción, tanto en su voz como en
su lenguaje corporal. La excitación con la que narraba sus crímenes era
suprema.
-“No me importa quién seas. Estás hablando locuras.
¡Déjame salir!. Yo no tengo nada que ver contigo ni con las alucinaciones que
tengas.”- La cólera y miedo destilaron su veneno combinado en la psique de
Alex. Una parte de sí se negaba rotundamente a creer las cosas que aquella
mujer le decía, pero otra parte en su interior no podía estar tan segura de
dudar.
-“No me crees... Te demostraré que no miento.”- Diciendo
esto la mujer auto denominada Ignorancia
llevó ambas manos hacia su rostro y se retiró el velo con el que se cubría.
La sensación de miedo en el interior de Alex evolucionó a
niveles insospechados, convirtiéndose en terror. Retrocedió un poco y se
tropezó consigo mismo, quedando apoyado en sus manos y pies sin poder quitar la
mirada de aquel cuerpo femenino. Debajo de la tela blanca no existían ojos, ni
boca, ni nariz ni ningún rasgo que pudiera definir un rostro humano. Realmente
estaba frente a una aberración de la naturaleza.
-“No temas. Es mi naturaleza destruir, cegar sueños y
asesinar fantasías. Me escondo tras una falsa inocencia, pero soy lo que soy.
¿Puedes acaso negar mi existencia ahora que estoy frente a ti? Es por eso que
no tienes recuerdos...tus recuerdos me debilitan...bueno los tuyos y los de
todos aquellos que leen, actúan o hacen algo distinto para salir adelante. No
sabes cómo los odio.”- A pesar que Ignorancia
usaba un tono de voz tranquilo, la amenaza era más que palpable.
Alex no tenía palabras para responder. Estaba perdido y
sentía como sus pensamientos se iban escapando uno a uno de su mente. Era
indoloro, y se podría decir que hasta placentero...el no saber nada; el no
tener responsabilidad alguna; el miedo iba desapareciendo, porque al no saber
sobre villanos, las pesadillas desaparecían. Parecía perfecto: aquella aparente
libertad que solo el vacío puede darle a uno.
Hubiera sido tan fácil entregarse a la vacuidad si es que
en el preciso momento en el que sus fuerzas estaban a punto de abandonarlo por
completo, no hubiese escuchado un sin número de voces que, aunque desconocidas,
sonaban extrañamente familiares, todas ellas hablando a la misma vez: voces de
niños, agudas e inocentes, así como voces de adultos, cansados o perversos.
Voces obscuras y voces luminosas. Todas compartían el mismo sentido de
urgencia.
-“¡No te dejes vencer, muchacho! ¡ Recuérdanos y sálvanos!”
La letanía de múltiples voces fue formando imágenes en la
memoria del joven. Rostros conocidos: héroes y villanos por igual. Los dueños
perdidos estaban regresando a la memoria. El cuarto comenzó a temblar. Las
mesas caían al piso y el contenido de los envases de vidrio desaparecía al
contacto con el suelo. Su mente se sentía activa nuevamente. Tantos recuerdos
juntos no le permitieron entregarse en cuerpo y alma a Ignorancia,
quien gritaba mientas veía su colección desaparecer. Intentó lanzar sus poderes
en contra de Alex, pero ya era tarde. El conocimiento la estaba destruyendo.
El techo de cúpula comenzó a desmoronarse. Alex corrió
hacia la puerta, la cual por el temblor se había salido de sus bisagras. Salió
del cuarto sin mirar atrás, pero sabía que los aullidos de agonía que se oían
significaban que Ignorancia no se
salvaría. Bajó por una escalera espiral hasta otra puerta, que al abrirse le
mostró un amplio jardín. Al salir de lo que ahora notó como una torre, sintió
como los pisos superiores caían sobre los inferiores.
Alex apresuró más el paso y abordó una especie de bote
que descansaba sobre un lago. El encargado del remo, un hombre encapuchado, no
le hizo preguntas, solo le exigió una moneda por llevarlo al otro lado. La
torre, en cuya cúspide se encontraba aquel museo de terror, se derrumbó por
completo cuando llegó a la mitad del lago. Su cansancio era enorme y no pudo
evitar dormirse.
Despertó junto al árbol en el que se había sentado a
leer. Hubiera catalogado como un sueño la experiencia si no hubiera visto a Ignorancia, vestida de blanco y con su
velo, caminar hacia un grupo de niños, quienes no habían notado su presencia.
Alex corrió hacia los niños comprendiendo que la guerra en contra del vacío
sería constante pero sabía que él la vencería las veces que sea necesario y
para ello necesitaba tener aliados que decidan desterrar a Ignorancia de sus vidas...
Bye!
1 comentario:
Victor que bello escrito , que creativo al narrar las cosas abstractas y sin forma y llevarlos a la forma fisica, que comprension de la realidad huamana y el vacio de la sociedad que pone trabas a los sueños y la creatividad. Gracias a ti y a los incomprendidos podemos sentir las cosas y ver lo importante.
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