La luna llena brilla en
el cielo sobre sus hijos, de acuerdo a la leyenda.
El amor y la belleza han
decidido tomar un baño de oro
mientras los amantes
enmascarados descubren su sexualidad ante ellos mismos.
El mar ruge en la costa
sur del planeta. Sus profundas aguas llenan el abismo,
ocultando misterios
entre algas,
al mismo tiempo que el
cielo agita el aire y pone en evidencia la libertad que anhelamos.
El tiempo no puede
detenerse… debe fluir hacia adelante, según la ley antigua.
Sin embargo,
se ha descubierto que
las manecillas del reloj redujeron la velocidad de su andar
(algunos testigos dicen
que se han acelerado o que incluso han retrocedido).
Los humanos encerramos
nuestros corazones
en una pared hecha de
silencio puro,
con el afán de
protegernos.
Buscamos sanar y renacer
en contra
de la revolución de
muerte que inició.
El fuego en los altares
recarga la fe;
espíritus malignos le
temen a la candente brasa.
Las llamas muestran el
futuro
en imágenes aisladas e
incomprensibles.
Las oraciones se elevan
al cielo como humo
evitando la
desesperanza.
La niebla cubre nuestras
miradas,
fijando confusión en
nuestros intelectos.
Se siente el frío en
nuestras almas,
calando nuestros huesos.
La tormenta eléctrica se
acerca
con fuerza Titánica
(se escucha al trueno en
la lejanía y se ve al rayo partir en dos el firmamento).
La Galaxia nos vigila
con las estrellas que
viven en el Cinturón de Orión.
La vigilancia constante
cuida el balance
entre el Caos y el Orden.
Nuestra energía alimenta
nuestras acciones;
nuestras almas se
alimentan de la luz;
nuestros sueños nacen en
noches tranquilas;
¡Así se marca la
diferencia entre estar vivo y sobrevivir!
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