Hemos crecido escuchando frases,
que luego se convirtieron en paradigmas, como “Ganar no es lo importante. Lo
que cuenta es participar”, “Cuando los mayores hablan, debes quedarte callado”,
“No se le corrige a los mayores”, “Eso no te dará plata. Mejor estudia…”, entre
otras. Esos paradigmas se grabaron en nuestras mentes desde que fuimos niños,
programando nuestra conducta según esas “verdades absolutas”. Sin embargo, al
crecer nos damos cuenta que tal vez esos paradigmas no son tan viables en el
mundo actual.
Respetar esos preceptos puede
ocasionar que nuestro ritmo de vida se vea atropellado por la cadencia social.
Por ejemplo, si solo nos preocupamos por participar, sin buscar ganar, podemos adoptar
actitudes facilistas o mediocres. Ya sea en los deportes, en la educación o en
el trabajo siempre existirá la competencia. Es más, esa competencia es la que
nos hace sobrevivir, como diría Darwin, la selección natural se encargará de hacer
que queden solo los mejores capacitados.
Así mismo, se ha demostrado que a
pesar de haber seguido una carrera que tradicionalmente no era muy rentable,
existen personas exitosas, lo cual nos hace hincapié en la realidad inevitable:
el mundo está cambiando, así como la
forma en que nos manejamos en él. El mundo demanda que ahora no nos quedemos
callados ante un error. Puede parecer contradictorio, pero el respeto es algo
que se gana, no algo innato.
Constantemente, debemos
“reprogramar” nuestra forma de pensar, asumiendo nuevos valores y nuevos retos.
Muchos lo llaman desaprender, otros cambiar el chip. Lo curioso es que conocemos
lo difícil que es hacer los cambios que se necesitan para seguir el ritmo, sin
embargo, continuamos repitiendo la tradición oral de esos paradigmas con las
nuevas generaciones.
¿Queremos cortar alas? ¿Deseamos
repetir los errores de nuestros padres y antepasados? Es momento de corregir la
forma en la que enseñamos a los más jóvenes e inexpertos. Si empezáramos la
crianza con paradigmas más actuales y sostenibles, nuestra forma de pensar no
chocaría con esos periodos en los que debemos evolucionar. Es probable, que sin
desearlo, estemos cerrando algunas puertas o destruyendo potenciales.
Recordemos que lo que un niño aprende desde pequeño será aplicado en su vida.
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