domingo, 12 de octubre de 2008

Cuentos de no tan hadas Segunda Parte: Caperucita






En realidad, este es el primer cuento que vi desde otro punto de vista. Todos hemos crecido con la versión en la que la mocosa de rojo es la inocente paloma, y el lobo pobremente reducido a un cliché de villano, pero las cosas no son lo que parecen. Analicemos:

Si empezamos con la madre de Caperucita, podemos decir que tiene temor a la responsabilidad que los "seres queridos" traen. A su madre (la abuela), la manda a vivir sola en el medio del bosque. ¿Alguien le podría decir que las ancianas necesitan cuidados especiales? Con su hija no se muestra la más maternal. Quién mandaría a su pequeña a llevar quién sabe qué en una canasta a pasear por un bosque infestado de animales? Es más por qué no le dijo a su hija para acompañarla. Muchos expertos dicen que es una psicópata que quiso matar a su hija, o mandarla a que la pobre anciana la cuide y le enseñe buenos modales. En este punto psiquiatras están investigando para llegar a una conclusión.

Pasemos luego por la pequeña niña. Dicen que antes las niñas en su primera menstruación se les ponía una capucha roja. Ok entiendo que sea la costumbre de la época, pero ¿acaso la mamá no entendía que las niñas son coquetas?

Caperuza debe haber sufrido por la falta de maternidad de su madre. Nunca le enseñó que no debía conversar con extraños ni revelar a donde se va ni que está sola. Pero desde mi punto de vista, el Lobo es inocente.

Caperucita, para llegar a la casa de la abuela, tenía que pasar por el bosque. ¿Los lobos dónde viven? Si respondiste bosque es correcto. Por lo tanto, ha invadido el hogar del pobre lobo. Para empeorar, comenzó a arrancar las flores de la casa del lobo. Ustedes de seguro preguntarían qué ocurre si alguien invadiese su hogar.

La Caperuza fue muy mal educada con el inocente lobo. le dijo extraño, la muy conchán. Él tenía todo el derecho de estar en su propia casa, y reclamar por sus flores.

A pesar de la molestia, el lobo se mostró cordial y le indicó los dos caminos posibles para llegar a la casa de la abuela, quién alquilaba un rinconcito en la verde vivienda del lobo. Pero la niñita no siguió las indicaciones y se fue por el camino más largo. El lobo decidió conversar con la abuela para que la ponga en su sitio y tomó el camino más corto para poder hablar pacíficamente.

Al llegar, la abuela tuvo un colapso nervioso y se encerró en el closet, perdiendo el conocimiento. Al parecer debía el alquiler y la sola visión del casero la puso histérica.

El lobo no quería dejar de pasar la oportunidad para enseñarle buenos modales a Caperuza y se vistió como la abuela para esperar.

Lo más curioso de todo el cuento: Cuando Caperucita llega y hace sus preguntas sobre los ojos, sobre las orejas (A veces también nariz) y sobre los dientes del lobo travestido, nunca pregunta "Abuelita, por qué tienes tanto vello facial en la cara?" Esto deja dos opciones: o la mocosa era Miope o la abuela era la mujer barbuda de cualquier circo. El punto serio es que los niños pueden ser ofensivos. Critican sin medir sus palabras. Si alguien te dice orejón, narizón y que tienes feos dientes de hecho te molestas. Esto hizo que el lobo levantara su voz.

La "heroína" (si como no) comenzó a gritar y vino un leñador, expulsando al pobre lobo de su propio hogar.

La cosa no termina ahí. Unos condenados hermanos Grimm recolectaron la versión de la Caperuza y le creyeron. A la abuela le convenía, tendría casa gratis. Tanto fue el chisme, que muchos creen que el lobo es malo. Ni alquilarle casa quieren. Miren el ejemplo de esos cerdos que vivían en paja, madera y ladrillo. No le permitieron entrada a su casa y al final lo queman.

Si no me creen, por qué no se preguntan por qué en Shrek el lobo es amigo del protagonista y la Caperuza aparece robándole la billetera a un borracho en la tercera parte, cuando los villanos invaden Far Far Away.

Saquen sus propias conclusiones...

1 comentario:

Anónimo dijo...

El lobo nunca existió... Todo fue una halucinación provocada por el contenido misterioso de la canasta de Caperuza... ¿Un lobo que habla? ¡Qué buena pasteleada!