Siempre
que me refugio en el lugar sagrado detrás de mis párpados, busco recargar mi
espíritu.
Tras
ese velo de piel veo mariposas bañadas por la penumbra del eclipse, escucho la
secuencia de transformación del réquiem en rapsodia: percibo el aroma del pasto
recién regado; saboreo la mezcla de café y chocolate y siento en mi piel la
brisa del mar.
Mi
corazón se ilumina, mis emociones se defienden con espadas buscando la
abundancia mientras creo mi propia suerte.
En
el lugar sagrado detrás de mis párpados, veo las estrellas que forman el
zodiaco. La Luna y el Sol me protegen. La obscuridad me enseña. La luz me guía.
El arco iris me sana.
Venga
la inspiración. Encuentro refugio en la oración que desnuda mi alma.
Calma
mis miedos y alimenta mis sueños. Recargaré mis energías en el lugar sagrado
detrás de mis párpados. Disiparé la niebla de la confusión y enfocaré mis
sentimientos en crecer.
Busco
fortaleza, valor y sabiduría cuando me oculto detrás de mis párpados. Mis
demonios internos buscan redención y mi ángel a veces quiere hacer travesuras
de niño.
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