viernes, 18 de diciembre de 2015

Colección




-“¿Dónde estoy?”

Alex no reconocía el lugar en el que se encontraba. Toda la habitación estaba iluminada tenuemente. Lo último que recordaba era estar sentado leyendo antes de que todo se volviera olvido. Su cabeza le dolía y una ligera protuberancia en la parte trasera de su cráneo era señal segura de un golpe fuerte. Alguien lo había incapacitado y encerrado. Su mente estaba atontada. Por el silencio que se sentía, los guardias no se encontraban en sus puestos al otro lado de la puerta. Buscó en su bolsillo y sacó su celular. La  pantalla comprobó su temor: no tenía señal. Nada serviría gritar. Por lo que observaba, las  paredes eran  a prueba de sonido y nadie podría oírlo por más que lo intentase. Lo mejor sería explorar su alrededor y obtener alguna pista que le ayude a entender más su situación.

Se puso de pie y desde  esta posición pudo comprobar que el cuarto en el que era prisionero era enorme. El techo parecía la cúpula curvada y alta de una iglesia. La tenue iluminación provenía de varios focos azules, distribuidos de manera equidistante entre ellos. Bajo el foco más cercano a la puerta, se veía una mesa redonda y sobre ella había algo que Alex no podía distinguir. La escasa luz le lastimaba los ojos. Lo mejor sería acercarse, a pesar de que el miedo y su buen juicio le decían que hiciera lo contrario.

El primer paso que dio  en dirección a la primera mesa resonó en las paredes con un eco que podría helar la sangre al más valiente. El eco comprobó una cosa: estaba completamente solo. ¿Qué habría hecho para que sea encerrado? ¿Por qué tanta obscuridad? Y lo más importante, ¿quién sería responsable de su secuestro? No lo había notado antes por la confusión al despertar, pero el aire era frío, no tanto para congelarse, pero lo suficiente para que los vellos de sus brazos se erizaran.

Al llegar a la primera mesa encontró, bajo la luz azul, una vitrina de vidrio albergando una capa roja como la sangre y de apariencia femenina. La prenda estaba completamente extendida y pudo notar que la tela estaba rasgada en algunas partes, como si su dueña hubiese corrido de manera apresurada entre árboles.

-“Esta capa... se parece... a la que usaba aquella niña que engañó al lobo... No puedo recordar su nombre. Debe ser una capa inspirada en esa.”

Si bien el contenido de la vitrina lo intrigaba, no le dio tanta importancia. No era extraño que alguna persona comprará artículos inspirados en distintas cosas por medio del internet. En la actualidad se podría comprar prácticamente cualquier cosa. Siguió avanzando por el pasillo. El viento aullaba fuera de las ventanas con barrotes en lo alto de la cúpula. Ese sonido le pareció a Alex bastante acorde a su comentario sobre el lobo.

Siguió su recorrido por el pasillo, llegando a la segunda mesa bajo un foco azul. En esta mesa no había una vitrina, pero sí un fanal o campaña de vidrio. Dentro de la protección en contra del polvo y agentes externos que el material transparente otorgaba, vio un tazón con lo que parecía ser avena. Junto al tazón, recostado en la superficie de la mesa, descansaba un rizo de cabello tan rubio que parecía estar hecho de oro puro. Una vista más cuidadosa le indicó a Alex que se trataba de cabello humano.

-“¿Un rizo dorado? Esto acaba de ponerse más raro y no me gusta nada. ¿Qué es este lugar? Es más, ¿qué son esos objetos? ¿Cabello humano? ...”

El miedo comenzó a gobernarlo con puño de hierro, como cualquier dictador lo haría. Apresuró su paso y revisó las otras mesas, todas ellas con distintos objetos detrás de vidrio: una manzana mordida dentro de formol; trozos de espejo; zapatos de cristal (que Alex reconoció como el calzado de aquella doncella encargada de labores domésticas); un garfio; un abrigo blanco con puntos negros (aunque estaba en una vitrina pudo notar que era piel auténtica y que tenía pequeñas manchas de sangre); una flauta mordida por lo que parecía ser algún roedor; un ladrillo color esmeralda, paja, metal oxidado y lo que parecía una melena de león bajo una vitrina de mayor tamaño. En las otras mesas habían más objetos, pero la repulsión que sentía no le permitió seguir investigando.

-“¿Qué clase de mente retorcida tendría estos objetos como si se tratara de un museo del horror?”

-“Veo que ya viste mi fantástica colección.”- una voz femenina, cargada de frialdad proveniente de algún lugar alto delante de él, llenó el ambiente.

Alex levantó la vista. No había notado un balcón que estaba directamente sobre una vitrina que exhibía un lobo disecado, el cual estaba vistiendo ropas femeninas pasadas de moda. La voz pertenecía a una mujer alta y delgada usando un largo vestido blanco ceñido a su cuerpo. Sus manos estaban descubiertas y sus uñas parecían las garras de algún ave de rapiña. Su rostro estaba cubierto por un velo grueso.

-“Bienvenido a mi museo...veo que reconociste toda mi colección.”- la voz de la mujer seguía sin mostrar emoción alguna. –“Te debes estar preguntando por qué no puedes recordar los nombres de los antiguos dueños de mis tesoros. La respuesta es porque yo no quiero que lo hagas.”

-“¿Quién eres? Y ¿por qué dices que no puedo recordar porque tú no lo deseas?”- Era cierto. Alex siempre tuvo una buena memoria. También era verdad que los objetos le recordaban a varias personas, sin embargo, no podía recordar los nombres. Sus recuerdos estaban borrosos. Y no podría explicarlo, pero la presencia de esa mujer lo perturbaba. Era como si ella estuviera drenando su energía.

-“Pensé que eras más inteligente y que a estas alturas sabrías quién soy. Mi nombre es Ignorancia y nací en el corazón humano hace varias eras. La era moderna me ha fortalecido con todas las facilidades para desconectarse de la realidad y me ha permitido construir este lugar: mi  contribución a la estupidez. He asesinado sueños creativos y fantasías poderosas. Yo no hago distinción...seas héroe o villano, yo podré destruirte e incrementar mi colección.”- la mujer por primera vez mostró emoción, tanto en su voz como en su lenguaje corporal. La excitación con la que narraba sus crímenes era suprema.

-“No me importa quién seas. Estás hablando locuras. ¡Déjame salir!. Yo no tengo nada que ver contigo ni con las alucinaciones que tengas.”- La cólera y miedo destilaron su veneno combinado en la psique de Alex. Una parte de sí se negaba rotundamente a creer las cosas que aquella mujer le decía, pero otra parte en su interior no podía estar tan segura de dudar.

-“No me crees... Te demostraré que no miento.”- Diciendo esto la mujer auto denominada Ignorancia llevó ambas manos hacia su rostro y se retiró el velo con el que se cubría.

La sensación de miedo en el interior de Alex evolucionó a niveles insospechados, convirtiéndose en terror. Retrocedió un poco y se tropezó consigo mismo, quedando apoyado en sus manos y pies sin poder quitar la mirada de aquel cuerpo femenino. Debajo de la tela blanca no existían ojos, ni boca, ni nariz ni ningún rasgo que pudiera definir un rostro humano. Realmente estaba frente a una aberración de la naturaleza.

-“No temas. Es mi naturaleza destruir, cegar sueños y asesinar fantasías. Me escondo tras una falsa inocencia, pero soy lo que soy. ¿Puedes acaso negar mi existencia ahora que estoy frente a ti? Es por eso que no tienes recuerdos...tus recuerdos me debilitan...bueno los tuyos y los de todos aquellos que leen, actúan o hacen algo distinto para salir adelante. No sabes cómo los odio.”- A pesar que Ignorancia usaba un tono de voz tranquilo, la amenaza era más que palpable.

Alex no tenía palabras para responder. Estaba perdido y sentía como sus pensamientos se iban escapando uno a uno de su mente. Era indoloro, y se podría decir que hasta placentero...el no saber nada; el no tener responsabilidad alguna; el miedo iba desapareciendo, porque al no saber sobre villanos, las pesadillas desaparecían. Parecía perfecto: aquella aparente libertad que solo el vacío puede darle a uno.

Hubiera sido tan fácil entregarse a la vacuidad si es que en el preciso momento en el que sus fuerzas estaban a punto de abandonarlo por completo, no hubiese escuchado un sin número de voces que, aunque desconocidas, sonaban extrañamente familiares, todas ellas hablando a la misma vez: voces de niños, agudas e inocentes, así como voces de adultos, cansados o perversos. Voces obscuras y voces luminosas. Todas compartían el mismo sentido de urgencia.

-“¡No te dejes vencer, muchacho! ¡ Recuérdanos y sálvanos!”

La letanía de múltiples voces fue formando imágenes en la memoria del joven. Rostros conocidos: héroes y villanos por igual. Los dueños perdidos estaban regresando a la memoria. El cuarto comenzó a temblar. Las mesas caían al piso y el contenido de los envases de vidrio desaparecía al contacto con el suelo. Su mente se sentía activa nuevamente. Tantos recuerdos juntos no le permitieron entregarse en cuerpo y alma a  Ignorancia, quien gritaba mientas veía su colección desaparecer. Intentó lanzar sus poderes en contra de Alex, pero ya era tarde. El conocimiento la estaba destruyendo.

El techo de cúpula comenzó a desmoronarse. Alex corrió hacia la puerta, la cual por el temblor se había salido de sus bisagras. Salió del cuarto sin mirar atrás, pero sabía que los aullidos de agonía que se oían significaban que Ignorancia no se salvaría. Bajó por una escalera espiral hasta otra puerta, que al abrirse le mostró un amplio jardín. Al salir de lo que ahora notó como una torre, sintió como los pisos superiores caían sobre los inferiores.

Alex apresuró más el paso y abordó una especie de bote que descansaba sobre un lago. El encargado del remo, un hombre encapuchado, no le hizo preguntas, solo le exigió una moneda por llevarlo al otro lado. La torre, en cuya cúspide se encontraba aquel museo de terror, se derrumbó por completo cuando llegó a la mitad del lago. Su cansancio era enorme y no pudo evitar dormirse.

Despertó junto al árbol en el que se había sentado a leer. Hubiera catalogado como un sueño la experiencia si no hubiera visto a Ignorancia, vestida de blanco y con su velo, caminar hacia un grupo de niños, quienes no habían notado su presencia. Alex corrió hacia los niños comprendiendo que la guerra en contra del vacío sería constante pero sabía que él la vencería las veces que sea necesario y para ello necesitaba tener aliados que decidan desterrar a Ignorancia de sus vidas...



Bye!