"Contra la pared, buscando alguna salida y con una expresión de terror en el rostro, esa clase de terror que te paraliza, se encontraba el joven peruano que horas antes había disfrutado del espectáculo de Dominic. Frente a él, se encontraban dos hombres. Uno de ellos cargaba un revólver. Su expresión llena de impaciencia..."
Nunca me imaginé, al momento de escribir esas líneas para mi historia Zodiac, que sería tan atemorizante estar en esa situación. ¿Quién podría haberme advertido alguna vez que lo que escribí podría convertirse en realidad?
La noche del sábado 23 de agosto, estuve por Sagitario, Surco. Buscando una calle para recoger unos documentos. La calle estaba desierta. La dirección fue dificil de encontrar, tanto así que ni los drivers de las pollerías locales daban con ella. Saliendo de la casa de la persona, quien se negó a firmar los documentos que se pedían, Raúl y yo nos dirigimos hacia la esquina para comer algo.
Sorpresivamente, aparecen 2 tipos. Uno de ellos con un revólver. "Conchatumadre, ven para aca". La adrenalina tomó control de nuestros cuerpos. Raúl, a quien yo sólo acompañaba, se paralizó. Yo sólo atiné a decirle "¡Corre!" Asumo que los asaltantes no se esperaban esa reacción, ni mucho menos que dieramos la alarma con gritos agudos (alguien de seguro ha notado la potencia de mis gritos y no me dejará mentir: Son irritantes). Los vecinos salían por las ventanas y buscaban la fuente del chisme fresco.
Al momento de correr, nos tropezamos y caimos al suelo. Habrá sido la impresión o la sorpresa, pero los asaltantes no nos siguieron. Es más al ver tanto rostro mirando alrededor (según me dice Raúl que pudo ver hacia atrás), huyeron de la escena.
Todos en la calle preguntando por lo ocurrido. La seguridad por esa zona es nula. La misma dueña de la Botica que nos resguardó nos aseguró que no eramos los primeros. Es enervante la calma con la que algunos hablan sobre estos hechos, como si fuesen el pan nuestro de cada día.
Esperamos, con los nervios destrozados y unos moretones en las rodillas, la presencia de Serenazgo, quienes no hicieron mucho que digamos. Habían tiempos en los que ellos se procupaban por vigilar más seguido o incluso ayudar a llegar a una avenida principal a las victimas de un siniestro, pero esas épocas terminaron. Lo único que hicieron fue esperar a que tomaramos un taxi, el cual lo tomamos dudosos, con destino a mi casa.
A pesar que hemos corrido un riesgo enorme al correr y gritar, tengo que agradecer a Dios que no nos ha pasado algo a parte del susto y los golpes de las caídas. Hemos podido perecer. Pero la pregunta: Realmente nos hubieran disparado o sólo era para asustarnos. Creo que prefiero no saberlo...
Bye!
3 comentarios:
que bueno que están bien
hola que tal .bueno acaba de publicar parte de mi obra El Avatar de Nocturna. a futuro me gustaria publicarla como un libro .pasale ala voz a mas personas paraq ue la lean .gracias por tu comentario bye.
Felizmente no pasó a mayores.
Besos.
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