Me acurruco en las olas del
océano y busco paz en el poderoso mar. Las sirenas me arrullan bajo la luna
llena, responsable de este oleaje.
Mi cuerpo desnudo alberga
todos los sueños que regresan, luego de la cruenta batalla contra la realidad
impuesta.
La brisa marina me acaricia
el rostro en mi cama de nácar. Mi hombría se cubre de la espuma. Mis ilusiones
bailan al ritmo del canto de las gaviotas en el cielo.
Los cangrejos cuidan
celosamente mi melancolía, cultivándola para luego cosechar la alegría bajo la
luna azul. En la costa se oyen aullidos caninos vigilando mi reposo. Amanecerá
pronto. La sal se refleja en mi piel. Los colores del espectro enmarcan mis
pasiones más profundas.
La fuerza gravitacional eleva
la marea. Escila, el demonio marino, se aleja en búsqueda de marinos para
alimentar a sus bestias, mientras que decide dejarme a mi suerte, afectado por
los rayos lunares.
Los siete mares serán bálsamo
cauterizador de heridas que escondo en mi corazón.
La influencia de la luna
reactiva mi sangre, haciendo que mis venas y arterias se hinchen de excitación.
Hijo de la luna y el mar,
nadaré en lo más profundo de mi abismo: Sirenas y dragones protejan mi travesía
en búsqueda de mi alma que espera, como perla, dentro de una ostra plateada.
Las olas van y vienen, bailan
lunáticas mientras cubren y descubren mi completa humanidad.
Mi espíritu despierta,
atraído sin remedio por la gravedad lunar...