No podemos negar que los tiempos
han cambiado. Unos cuantos siglos atrás no nos preocupaba mostrar tanto el yo
visible, es decir, nuestro físico. Tener un cuerpo atractivo se ha vuelto cada
vez más importante (claro, según los estándares actuales, un cuerpo atractivo
debe ser “sexy”).
Actualmente pasamos horas en el
gimnasio, entrenando para estar más sanos. Entre serie y serie no podemos
evitar mirarnos al espejo o fotografiarnos y colapsamos cuando un día no
podemos cumplir con nuestra rutina de ejercicios: más peso, más cantidad de
flexiones, más quema grasas, menos carbohidratos, ropa más reveladora, medicinas
que ayudan al desarrollo muscular, etc. El ser sexy se ha vuelto muy importante
en estas épocas y hacerlo público una obligación social.
Por otro lado, ¿cuántas veces nos
preocupamos de volver más sexys nuestras mentes y nuestras almas? Muchas veces
me han dicho que a muchas personas les aburre leer y que prefieren ver en la
pantalla lo que se narra en cualquier libro. Yo creo que lo que nos falta es un
“personal trainer” de la psique. Sé que sonará ridículo, pero cada día veo
menos “selfies de libros” y más asesinatos de a la dama ortografía.
Entre el alma y la mente, la
segunda es la más fácil de comprobar si está o no desarrollada al conversar con
las personas. Pueden ser personas con gran belleza física, pero todo encanto se
cae al escucharlos hablar, claro no en todos los casos, pues hay personas cuyo
físico sí concuerda con su mente.
Para
obtener un cuerpo sexy, voy al gimnasio. Para obtener una mente sexy, leo
diversidad de libros, pero, ¿qué se puede hacer para conseguir un alma sexy? ¿Qué
ejercicios debo realizar para hacer mi espíritu más atractivo y más fuerte? Algunos
meditan, otros oran, otros realizan obras de bien social, pero, ¿se hace con la
frecuencia adecuada?
Para fortalecer el alma muchas
veces debemos hacer ejercicios no muy agradables (aunque necesarios como el
cardio) como perdonar o no permitir que nuestro orgullo oculte lo mejor de nosotros.
Otro de los ejercicios que se pueden realizar es la introspección (el hecho de
conocernos a nosotros mismos, con nuestras fortalezas y nuestros defectos nos
ayuda a mejorar). Entrenar la capacidad de amar y de entregar es más difícil
pero dan buenos resultados. La humildad, aunque duela y suene contradictoria,
nos hace invencibles. Pero el ejercicio más duro de todos es el silencio: le
tememos pues en silencio conocemos nuestros demonios internos y nuestros
ángeles debilitados. También el silencio nos hace pensar en los momentos en los
que hemos sido vulnerables (esos momentos siempre los hemos querido negar).
Así como medimos las calorías que
ingresan a nuestro cuerpo y contamos los minutos para ejercitar el cuerpo,
sería interesante que sepamos cómo alimentamos nuestra mente (seamos críticos
de lo que vemos o leemos) y más aún que tan sexy es nuestra alma. Unos minutos
al día de meditación pueden ayudar. Así como nos preocupa dejar de ir un día al
gimnasio, ¿nos preocuparía si en un día no hemos leído aunque sea una página? O
¿tendríamos esa ansiedad si un día dejamos de perdonar a alguien desde el fondo
de nuestra alma?
Considero que entrenar los 3
ámbitos es importante, pero más importante es hacerlo en equilibrio. Ejercita
el cuerpo, es necesario para la salud física; ejercita la mente, es imperativo
para vivir y crecer; ejercita el alma, es urgente para ser buen humano y
cumplir con todo nuestro potencial. Si debo ser sincero, siento que en cada
ámbito me falta mucho entrenamiento, pero quiero pensar que por lo menos me
estoy entrenando. Yo quiero un cuerpo más atractivo, una mente más aguda, pero
sobre todo, quiero un alma sexy. ¿Cómo va tu propio entrenamiento?