sábado, 25 de febrero de 2017

Alma Sexy



No podemos negar que los tiempos han cambiado. Unos cuantos siglos atrás no nos preocupaba mostrar tanto el yo visible, es decir, nuestro físico. Tener un cuerpo atractivo se ha vuelto cada vez más importante (claro, según los estándares actuales, un cuerpo atractivo debe ser “sexy”).

Actualmente pasamos horas en el gimnasio, entrenando para estar más sanos. Entre serie y serie no podemos evitar mirarnos al espejo o fotografiarnos y colapsamos cuando un día no podemos cumplir con nuestra rutina de ejercicios: más peso, más cantidad de flexiones, más quema grasas, menos carbohidratos, ropa más reveladora, medicinas que ayudan al desarrollo muscular, etc. El ser sexy se ha vuelto muy importante en estas épocas y hacerlo público una obligación social.

Por otro lado, ¿cuántas veces nos preocupamos de volver más sexys nuestras mentes y nuestras almas? Muchas veces me han dicho que a muchas personas les aburre leer y que prefieren ver en la pantalla lo que se narra en cualquier libro. Yo creo que lo que nos falta es un “personal trainer” de la psique. Sé que sonará ridículo, pero cada día veo menos “selfies de libros” y más asesinatos de a la dama ortografía.

Entre el alma y la mente, la segunda es la más fácil de comprobar si está o no desarrollada al conversar con las personas. Pueden ser personas con gran belleza física, pero todo encanto se cae al escucharlos hablar, claro no en todos los casos, pues hay personas cuyo físico sí concuerda con su mente.

                Para obtener un cuerpo sexy, voy al gimnasio. Para obtener una mente sexy, leo diversidad de libros, pero, ¿qué se puede hacer para conseguir un alma sexy? ¿Qué ejercicios debo realizar para hacer mi espíritu más atractivo y más fuerte? Algunos meditan, otros oran, otros realizan obras de bien social, pero, ¿se hace con la frecuencia adecuada?

               
Para fortalecer el alma muchas veces debemos hacer ejercicios no muy agradables (aunque necesarios como el cardio) como perdonar o no permitir que nuestro orgullo oculte lo mejor de nosotros. Otro de los ejercicios que se pueden realizar es la introspección (el hecho de conocernos a nosotros mismos, con nuestras fortalezas y nuestros defectos nos ayuda a mejorar). Entrenar la capacidad de amar y de entregar es más difícil pero dan buenos resultados. La humildad, aunque duela y suene contradictoria, nos hace invencibles. Pero el ejercicio más duro de todos es el silencio: le tememos pues en silencio conocemos nuestros demonios internos y nuestros ángeles debilitados. También el silencio nos hace pensar en los momentos en los que hemos sido vulnerables (esos momentos siempre los hemos querido negar).

Así como medimos las calorías que ingresan a nuestro cuerpo y contamos los minutos para ejercitar el cuerpo, sería interesante que sepamos cómo alimentamos nuestra mente (seamos críticos de lo que vemos o leemos) y más aún que tan sexy es nuestra alma. Unos minutos al día de meditación pueden ayudar. Así como nos preocupa dejar de ir un día al gimnasio, ¿nos preocuparía si en un día no hemos leído aunque sea una página? O ¿tendríamos esa ansiedad si un día dejamos de perdonar a alguien desde el fondo de nuestra alma?


Considero que entrenar los 3 ámbitos es importante, pero más importante es hacerlo en equilibrio. Ejercita el cuerpo, es necesario para la salud física; ejercita la mente, es imperativo para vivir y crecer; ejercita el alma, es urgente para ser buen humano y cumplir con todo nuestro potencial. Si debo ser sincero, siento que en cada ámbito me falta mucho entrenamiento, pero quiero pensar que por lo menos me estoy entrenando. Yo quiero un cuerpo más atractivo, una mente más aguda, pero sobre todo, quiero un alma sexy. ¿Cómo va tu propio entrenamiento?

lunes, 6 de febrero de 2017

Contando Ovejas o Inventariando Lobos

Esto lo escribí el 11 de enero de 2017



Todos hemos pasado por momentos en los cuales las ovejas que contamos antes de dormir se convierten en lobos rabiosos, invadidos por el vacío del hambre. Las preocupaciones del día se acumulan y roban a las personas de aquella tranquilidad necesaria para el equilibrio reparador. Pero, ¿cómo podemos convertir nuevamente esos pensamientos a su estado original?
           
            Las preocupaciones y los miedos del día a día se acumulan. Está de moda guardarse los sentimientos. “¿Qué van a decir de mí si cuento mis penas?”; “Yo nací solo, vivo solo, así que son mis problemas”; “Ellos ya tienen suficiente con sus problemas”, son algunos ejemplos de excusas para no hablar cuando lo necesitamos. Pero no es culpa de uno solo. Todos tenemos diferentes estilos para atacar los problemas (con mayor o menor grado de éxito), sin embargo, a veces no queremos involucrarnos ni comprometernos. Es demasiada responsabilidad, según pensamos, escuchar la carga de otros: “Ya empezó con su drama”; “¿Qué puedo hacer yo?”; “Tuve un día pesado”.

            La depresión; el sentirse solo; la preocupación; el desgano; el pesimismo realista; el suicidio son consecuencias, no causas. La causa está en seguir insistiendo en disfrazar a los lobos con piel de oveja. El día a día y el orgullo no nos permiten respirar y buscar una solución, porque olvidamos que no podemos conseguir una respuesta a un problema con el mismo estado mental en el que nos encontrábamos cuando ese “imprevisto” apareció.

            Muchos están apoyando una causa noble en contra del suicidio: Están pegando en sus muros y distintas redes sociales que las puertas están abiertas, que las líneas están disponibles, que los oídos prestos a escuchar y que los abrazos listos a entregarse. Me parece que está bien que se hagan estas declaraciones, pero en algunos casos (enfatizo algunos), son solo palabras. Uno de mis contactos (y amigos) hizo su versión sarcástica (no deja de ser realista) del post, pero sí lo cerró con una frase suya: Si quieren evitar estas penas desconectémonos de las redes sociales y busquemos a las personas con una simple pregunta sincera: “¿Cómo estás?

            A lo largo de nuestras vidas, muchos hemos tenido ideas destructivas. Que se hayan concretado o no, son escenarios distintos. Como dije líneas arriba, todos luchamos de distintas maneras y no todos soportamos todo de la misma forma. En mi adolescencia contemplé más ideas autodestructivas que la mayoría y reconozco que algunas veces me costaba mucho más trabajo eliminar a esos lobos vestido de ovejas (inclusive visitaban algunos lobos sin disfraz). Tuve el apoyo de muchas personas y puedo decir que me he fortalecido. Los lobos aparecen de vez en cuando para cazar las ovejas, pero ya aprendí a defenderlas, a mantenerlos lejos de mi psiquis. En cierta forma agradezco haber crecido en una época “desconectada”. Las redes nos han ayudado como herramienta, no lo negaré, pero una computadora o un celular no reemplazarán la calidez de otro ser humano (en ese sí sentido trato de ser un poco anticuado).

            Una sola frase: “¿Cómo estás?”... solo necesitamos practicar esa frase y realmente escuchar la respuesta. A lo mejor ayudamos a matar algunos lobos ajenos, y quién sabe, podamos eliminar algunos propios en el proceso. Desconectemos el plan de datos o el Wifi y reconectemos los lazos que se han perdido. Y tú, ¿Cómo estás?


DISCLAIMER: La imagen no me pertenece. La encontré en Google. No la uso para obtener beneficio alguno. Solo la utilizo para graficar. 





Padrinos y Ahijados

Esto lo escribí días antes de Navidad e 2016


Este Post lo redacto para mis padrinos y ahijados. Hasta el momento ha sido una vida emocionante, desafiante y sorpresiva. He llorado y reído (a veces simultáneamente), pero creo que por primera vez agradeceré públicamente algunos hitos en mi vida. Soy católico, y como tal, he recibido enseñanzas de mis padrinos y (no sé cómo) he intentado guiar a aquellos que me escogieron como su padrino.

Mi tía Charo Pérez es mi madrina de bautizo. A lo largo de mi niñez me inculcó principios de fe, esperanza y caridad así como la importancia de la oración. Por otro lado, mi padrino Willy, que en paz descanse, era un solitario pensador: como quien no quiere la cosa, me inculcó mi pasión por el cine (lo que me ha convertido en crítico del fino arte) y mi curiosidad por la lectura. Ya casi finalizando mi adolescencia decidí confirmarme y elegí a mi tía Gaby Fiorini, quien a pesar de no tener relación sanguínea conmigo, me enseñó que todo en la vida debe ser ganado a fruto del esfuerzo y responsabilidad (gracias a su apoyo pude iniciar mi vida laboral).

Luego de haberme confirmado me tocó a mí. Aún no sé qué, pero debí haber estado un trabajo decente porque me eligieron a mí para ser padrino:
1.      Mi querida Chete Brown, dueña de un espíritu indomable y aguerrido como el fuego. Sus puntos de vista siempre dignos de considerarse y discusión amena.
2.      Mi buen Alejandro Baca, dueño de un alma compasiva y curiosa. Sé que ve el mundo con ojos diferentes y me ha regalado sonrisas y sarcasmos espectaculares.
3.      Mi primer amigo y “hermano” de otra madre, Nils Wetzell me sorprendió hace poco: Me pidió ser padrino de Bautizo, de Primera comunión y confirmación, todo en el mismo paquete. Su fortaleza me ha complementado en una amistad que ha superado cualquier límite de tiempo y lugar.
4.      Mi pequeño Juan Manuel Galvez Gold, espero ser un buen padrino de bautizo y cultivar algo desde mi lugar: al menos sé que podré narrarte cuentos y fomentar tu creatividad (Meli y Mariano, por favor le muestran a JuanMa).


No sé si he sido un buen ahijado o buen padrino, pero he hecho mi mejor trabajo (y seguiré intentando hacerlo). No quería dejar pasar este día para desearles bendiciones y Feliz Navidad. Que Jesús siga siendo guía de sus corazones. A mis madrinas, síganme dando sabiduría. Gracias por aceptar la responsabilidad de guiarme (también tú Willy) A mis ahijados, ténganme paciencia porque sé que seguiré equivocándome pero espero haber enseñado algo. Gracias por elegirme (espero no decepcionarlos).