Coqueteo con la obscuridad que hay dentro de mi corazón…
No la dejo acariciarme, pero sí le muestro apertura.
El sentimiento de vacío se va.
Contemplo cómo el bálsamo cubre las cicatrices.
La vacuidad amenaza con regresar…
Estará llena del miedo del pasado…
De la perfecta inseguridad…
Del terror decepcionante…
Cortejo a las sombras,
mientras la luz derrama una lágrima.
Como un niño que espera el castigo,
aprendí a retar al destino.
Evalúo la posibilidad de caer…
Camino muy cerca del pozo de alquitrán…
Mis tinieblas y mis destellos quieren convivir...
Invaden el espacio personal del otro…
Amenazo con olvidar…
Amenazo con recordar…
La sensación de pavor me seduce…
Cicatrices atenuadas…
Heridas que fortalecen…
Engatuso mi propia obscuridad.
Negra noche que ha devorado las estrellas…
Cielo azul despejado que no muestra el sol.
Coqueteo…
No, no coqueteo.
Acepto mi propia luz y mi propia obscuridad…
Eso soy yo:
El equilibrista que camina en la cuerda del crepúsculo,
bañado en el brillo de un eclipse,
sin utilizar red de protección.
Coqueteo con mi luz…
Flirteo con mi obscuridad…
Acepto mi propia realidad…