Los guerreros sobrevivientes se
han contagiado de la decadencia que este cementerio emana, y aunque no es una
enfermedad letal, están buscando entrenar nuevos soldados. A veces sus
esfuerzos son inútiles. Los nuevos guerreros renuncian antes de siquiera
obtener sus armas. Otras veces sin embargo, los nuevos reclutas muestran
potencial y prometen inyectar nueva sangre al ejército. Se visten con la túnica
de la Paloma en Llamas.
Se ha intentado recuperar a
aquellos hombres y mujeres, quienes en su juventud, arrojaron sus armas a las
cenizas del suelo, sin embargo, en algunas oportunidades están demasiado
consumidos por sus propios lados obscuros o su propia vergüenza. Hemos reducido
en número, pero muchos reconocen con nostalgia que necesitan ayuda en sus
propias guerras. Solo el futuro hará que nuestros caminos se intersecten
nuevamente. Seremos camaradas, ex compañeros de guerra, si es que nuestros
corazones lo permiten.
Algunos de los peleadores han
decidido una retirada táctica, para reagrupar fuerzas y retornar, pero ¿qué se
necesitaría para que los espías enemigos no roben su aliento de vida? Esperemos
que no se vuelvan nuestros enemigos.
En el suelo duermen sin vida las
armas de los vencidos: un abanico de espadas; una nudillera; un tridente; mazas
con y sin cadenas; martillos gigantes; una botella con rastros minúsculos de
una savia sanadora; la daga con dos hojas; y muchas más. Perdieron su brillo
estelar. Pero no todo fue en vano. Centenares de almas recibieron la ayuda que
necesitaban, todo gracias al esfuerzo de los guerreros, tanto los caídos y
olvidados como los sobrevivientes. Tal vez el General les ordenó participar de
otras misiones y tal vez ya les dio sus armas verdaderas.
El tiempo se agota. El brillo de
las armas de los sobrevivientes se está apagando. Algunos han llevado sus
batallas a otros lares. ¿Será posible que los nuevos guerreros descubran sus
emblemas y se comprometan? Será necesaria la presencia de las 3 personas en un
solo Ser para ganar la Guerra.
Soldados del Sacrificado por
Amor, unámonos y apoyémonos. Si caemos, ayudémonos a seguir caminando, ya sea
con nuestras virtudes y con nuestros defectos. Levanten sus armas al cielo, que
el sol las ilumine y permítanse el honor de servir al Cordero: Creador,
Salvador, Reforzador.
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