El eclipse empezó… los rayos del
Sol oculto nublan la vista del joven que intenta proteger usando un escudo de
cuarzo. Las cicatrices en el rostro del mancebo solo se acentúan por el brillo
color amatista que el cielo desprende.
La Luna ha secuestrado la luz del
Astro Rey… desea brillar en sí misma…desea bloquearle el paso a las pesadillas
que nacieron del horror innombrable, pero no tiene éxito.
La damisela, virgen y de
apariencia inofensiva, sorprende con sus movimientos ágiles. Ella también
peleará contra aquellos que quieren destruir su unión. El tono perlado de su
piel realza su delicadeza aparente y le da gracia a sus acciones aguerridas.
Ambos, hombre y mujer, quieren
demostrar que resisten más que la corrupción derramada por las calles. Él lo
hace por ella; ella lo hace para exteriorizar que es fuerte de la manera que
vale la pena.
El eclipse agitó el mar. Los
sentimientos de dolor se mezclan con las lágrimas de alegría. Los jóvenes
amantes lucharán por la paz en medio de la guerra; lucharán por el amor y el
nacimiento; por la noche tranquila y el día productivo.
Se trata de prevención: todo por
evitar que los sueños hermosos se corrompan y pierdan su forma. Ellos unirán
sus fuerzas, aunque el enemigo que ataca por todos los frentes piense que es
una táctica sin valor.
La lógica los abandona. La visión
que se obtuvo del futuro se enfría. Solo queda usar su pasión por la vida para
luchar.
Serán atacados por lo
desconocido. Por las fobias que se unen bajo el cementerio de estrellas. Las
lágrimas que sanarán ya no fluyen en el río al pie del rosal. Sentirán que ya no son útiles. Que son solo
dos seres contra el mundo. Pero es ahí, en el fondo, donde encontrarán fuerzas.
Sus corazones latirán en conjunción. A los enemigos los une el odio y el
rencor; a ellos los hace fuertes representar una conversación, un pensamiento,
un beso, un sentimiento…los hace fuertes estar hechos de amor.
El sonido metálico del choque de
espadas se intensifica. Aquellos que nacieron sin haberlo pedido tienen una
esperanza: que todo acabe y que pronto la pareja pueda liderar sus caminos. El
dueño del escudo luchará por el mundo en el que puede ser libre. Su amada
luchará, usando una espada de hoja ancha, por el mundo en el que aprendió a ser
ella misma. Ambos forman la fusión perfecta: fuerza para pelear y sensibilidad
para dirigir esa fuerza hacia la victoria.
La guerra continuará, pero las
pesadillas perderán el terreno ganado solo si es que es amor verdadero lo que
une a ambos guerreros.
El tiempo responderá a la
pregunta que todo ser mortal se hace: ¿Quién ganará esta difícil batalla sin
cuartel?...