Haces unos días anuncié que escribiría algo usando un tema que no uso mucho: la moda. En realidad este es un escrito inspirado por mi buena amiga María Claudia Alvildo Biaggi. Un regalo sin motivo, espero te guste este pequeño cuento :
Maud Clodette
-“La Fashion Week de París está cada vez más cerca y el público no deja de hablar de la diseñadora Germano-Francesa que está generando tendencias. Nos referimos a Maud Clodette, quien ha aparecido para brillar en el firmamento de la Alta Costura en forma inesperada. De ser una desconocida pasó a ser una de las más vanguardistas representantes de la moda. Las distintas Casas de Moda desean contarla en sus filas: Balenciaga, Yves Saint Laurent, Chanel, entre otras. Si bien sus diseños son retadores, lo que más impresiona son los materiales que utiliza: sedas más finas que las usadas en China; cuero especial, suavidad en sus terciopelos así como una gama de insumos que llenan de vida a los atuendos…”
Maud Clodette apagó el televisor. No tenía tiempo para recibir más presión sobre sus hombros. Ella reconocía que su éxito llegó sin previo aviso. Sí, siempre fue su sueño presentar sus diseños en la capital de la moda, pero ver cómo el calendario acercaba más la fecha límite (-“24 horas… ¡ja! Parecen ser días de 12. ¡Se me va muy rápido el día!”) la aterraba.
Aún recordaba con cierta nostalgia cuando la vida era más simple, cuando siendo adolescente buscaba ser exclusiva al vestirse. Recordaba esa chalina con los colores del arco iris que usó cuando un gitano le leyó la fortuna (aunque las cartas no podrían haberle adelantado que llegaría a la cima como ella lo hizo), esos lentes blancos, esa blusa con apariencia de mandil de profesora y todos esos accesorios que llamaban la atención y atraían los comentarios de quienes la rodeaban: los positivos los tomaba de buena gana y los negativos los ignoraba a menos que tuvieran algo de información para mejorar.
Sus profesores de diseño reconocían su potencial. Mezclaba las texturas en sus diseños de manera impecable y los colores de las telas eran, según sus propias palabras “una brisa refrescante en la moda”
Su apartamento taller tenía la mejor vista: la torre Eiffel iluminada por miles de luces propias (-“C'est magnifique!”- Maud Clodette había pensado cuando se mudó para empezar su colección para la tan esperada semana de la moda en diciembre), pero varias noches atrás había perdido las ganas de mirar al símbolo francés. Odiaba que le recordara con un sentimiento de finalidad que las fechas se acercaban. Ella no sentía nervios por no poder cumplir con el plazo y reconocía muy bien su talento, pero estaba preocupada porque se había quedado sin materiales y no quería volver a ver a su proveedor. Maud Clodette no podía usar cualquier material, pues para diseñar los mejores atuendos se necesitan los insumos más exclusivos.
Su éxito se disparó un par de años atrás cuando salió una pequeña colección en su ciudad natal. Los vestidos de seda eran tan suaves como la nieve y los accesorios de cuero tenían una fortaleza única. La mayoría de los diseños parecían brillar con un fuego interno. Definitivamente no eran materias primas comunes. Todos se preguntaban dónde había conseguido materiales de tal excelsa calidad. Es una información que Maud Clodette llevaría a la tumba.
Una noche durante esa época de anonimato en la moda, recibió la visita de un duende negociante. Ella lo reconoció de una historia que había leído de niña, pero no tenía el valor de decir su nombre. El hombrecito miró los diseños de la joven y reconoció que su talento se desperdiciaría si es que no utilizaba los materiales indicados.
–“¿Qué estarías dispuesta a hacer por cumplir tus sueños de ser una gran diseñadora, pequeña mía?”- el hombrecito le preguntó mientas se sentaba sobre el colchón de la cama. Su tono de voz era meloso e invitador.
-“Siempre he querido sobresalir. Haría cualquier cosa por mi sueño”.- la joven de cabellos ondulados respondió con ilusión. No podía creer que esté pasando lo que se decía en el cuento. Asumió que solo estaba soñando, y como un sueño es inofensivo, no le vio problema a decir eso.
-“¡Adoro cuando dicen eso!”-la respuesta del duendecito demostraba la sonrisa de alegría que su rostro había dibujado. –“Yo te daré los mejores materiales: Pelo de unicornio (más suave que la seda), cuero de dragón, plumas de fénix renacido, escamas de sirena, polvo de garras de esfinges griegas y muchos más que harán que tus diseños lleguen a la cima. A cambio no te pido mucho. Solo unos añitos que no extrañarás. Después de todo eres casi una adolescente de 18 años y tienes muchos años por vivir. ¿Tenemos un trato?”
Sin dudarlo la talentosa diseñadora asintió. El duende produjo un contrato de apariencia legal y ambos firmaron con tinta escarlata que salía de una pluma de cuervo albino que pertenecía al duende. Luego de eso, todo se tornó oscuro en la habitación.
Al despertar la mañana siguiente, se sentía distinta. Miró a su alrededor: su cuarto estaba lleno de los materiales que el duende había prometido. Su cabeza de pronto se llenó con el conocimiento de cómo trabajar con esos materiales. No lo podía creer: haría capas hermosas con el pelo de unicornio; carteras y zapatos con el cuero atornasolado del dragón; vestidos hermosos con las plumas del fénix. Las posibilidades eran infinitas. Algo de terror la invadió. Si el duende cuyo nombre no podía nombrar había cumplido su parte, eso significaría que ella tendría que pagar el precio. Dejando de lado esa preocupación, pensó que unos años de servicio a cambio del éxito no sería un precio tan caro por los materiales que había recibido.
Descubrió que estaba equivocada al verse al espejo: ya no tenía la edad que tuvo la noche anterior, los tiernos e inexpertos 18 años. Su rostro había envejecido unos 7 años: sus facciones se tornaron más duras, su mirada más cansada. Su cabello lucía corto. El piercing que llevaba en la oreja derecha cuando se acostó seguía en su lugar, pero se veía extraño en una persona tan mayor. Un mechón de su cabello castaño oscuro se había tornado dorado. Fue entonces que comprendió que María Claudia ya no podía existir y que debía nacer Maud Clodette. Un nombre nuevo para una vida nueva. Su familia no entendería nunca que es lo que ella deseaba.
Dos años han pasado desde esa noche tan rara. Sabía que no podía negarse la realidad. Ese mismo día se había terminado la última ración de material mágico que había conseguido sacrificando los mejores años de su vida. Ahora comprendía que había quemado etapas en su crecimiento. Sabía que si quería seguir adelante tenía dos opciones: trabajar con materiales comunes arriesgándose a perder todo el éxito o invocar al duende y pagar más años de su vida por más material.
La opción está en ella, pero cuando una rueda para hilar apareció en su taller la noche anterior, comprendió que tenía que decidir pronto…
Disclaimer: La historia es de mi autoría, pero la imagen no. Solo la utilizo para graficar. No intento obtener beneficio alguno de ella. Pertenece a
IcyCobweb.
Bye
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