Mi querida Jen, escribió esto para mi cuando le pedí que presentara mi poemario.
Arco iris en negro
Buenas noches
Para mí leer poesía es sentir y encontrar significados que van más allá de las palabras, es por esta razón que voy a hablar sobre las sensaciones y definiciones que he encontrado en “Arco iris en negro”. He tenido que analizar los versos para convertir mi percepción en arte gráfico y en texto narrativo y ahora comparto esa visión particular con ustedes al hablarles de este poemario. Violeta escribe en la contratapa del libro que “Arco iris en negro” “se inscribe en la tradición oscura y maldita de Baudelaire” y a propósito de él, quisiera leer un texto de su autoría llamado “La destrucción” que describe lo que el lector encontrará pergeñado en los versos de Vilo Arévalo:
“A mis costados, sin cesar, se agita el Demonio; flota alrededor mío como un aire impalpable; lo aspiro y siento que abrasa mis pulmones y los llena de un deseo eterno y culpable.
A veces toma (conoce mi gran amor por el Arte) la forma de la más seductora de las mujeres y, bajo especioso pretexto de aburrimiento, acostumbra mis labios a filtros infames.
Me conduce así lejos de la mirada de Dios, jadeante y rendido de fatiga, en medio de las llanuras del Hastío, profundas y desiertas, y lanza a mis ojos llenos de confusión ¡vestidos manchados, heridas abiertas y el parto sangriento de la Destrucción!”
En “Arco iris en negro” hay un protagonista - el poeta, el lector o un tercero - que se afirma entre el bien y el mal. Una transición del alma y los sentidos que van desde un estado de pureza a uno de corrupción que lo enfrenta con el temor y la muerte. Es una transición difícil, costosa y verso a verso, nos encontramos con imágenes de dolor, de sufrimiento, de sangre, de putrefacción que se exaltan como alegoría de lo bello. La oscuridad ha vencido a la luminosidad convertida en enemigo común de los seres corruptos, seres que toman el mal como un juego, que derraman sangre - propia y ajena – en pos del encuentro con su yo a través de la noche tenebrosa que se describe para perturbar a un lector que duda sobre su propia existencia y trascendencia.
El protagonista de “Arco iris en negro” hace suya la miseria y la opulencia que encuentra en esta transición que comienza con la combinación de los valores morales y termina – inesperadamente – con la perversión del alma. Se contradice, analiza, decide, vence y es vencido para, finalmente, rechazar lo puro y reengendrarse en “un ángel caído, un demonio reconciliado. Un ser temido que ha nacido”, el cual no ha encontrado lo que busca en la bondad, sino tienta a la misma muerte para encontrar amor, compañía, renacimiento. El anhelo de belleza se satisface en la miseria pura porque es esta la que cala hasta el alma.
Los poemas de “Arco iris en negro” se sienten como una letanía, como una oración profética que se inscribe entre cruces negras y ángeles con sangre en las manos que alimenta la sed del protagonista - y del lector – que ya para la mitad del libro debe haber hecho un pacto con la oscuridad de su interior para reconocerse entre estas estrofas. Se llora en rojo, se renace en anaranjado, se rechaza en amarillo, se espera en verde, se implora en azul, se cree en cyan, se redime en violeta y se termina - y se renace - en el negro de la amargura para volver al principio, donde todo se retuerce y cambia, donde lo negro es blanco, donde lo oscuro te hace ver, donde el dolor es placentero, donde la virginidad es virtud de los muertos que el protagonista mismo profana de sus tumbas, en donde “el bien se oculta bajo la máscara de su mal”, un mal que ahora le pertenece por añadidura gracias a la mutilación de la pureza.
“Arco iris en negro” le da al lector “la llave para abrir el inframundo”, y este no puede permanecer inmutable al invadir aquellos espacios a los que siempre ha temido. El enfrentamiento con su propia muerte, el cuestionamiento de las creencias enraizadas en su pensamiento y el descubrimiento de la corrupción del alma escondida entre los valores convertidos en antifaces perturba, deja un surco que muchos han de rechazar, pero que otros tantos se verán tentados a recorrer.
Hay un poema en el que el autor se cuestiona: “¿será que el papel manchado con bellos poemas recibirá una indiferente observación?”. Lo dudo. Dudo que el lector deje pasar estos versos sin cuestionar la intensión de su escritura, el paradigma de lo bueno como fin supremo y lo malo como objeto de rechazo y quizá, su existencia misma.
Felicito a Vilo y le deseo mucha suerte en el camino de las letras, no sin antes recordar a manera de reflexión que en esta carrera uno está en constante evolución, contradicción y aprendizaje.
Muchas gracias
Jennifer Thorndike
Buenas noches
Para mí leer poesía es sentir y encontrar significados que van más allá de las palabras, es por esta razón que voy a hablar sobre las sensaciones y definiciones que he encontrado en “Arco iris en negro”. He tenido que analizar los versos para convertir mi percepción en arte gráfico y en texto narrativo y ahora comparto esa visión particular con ustedes al hablarles de este poemario. Violeta escribe en la contratapa del libro que “Arco iris en negro” “se inscribe en la tradición oscura y maldita de Baudelaire” y a propósito de él, quisiera leer un texto de su autoría llamado “La destrucción” que describe lo que el lector encontrará pergeñado en los versos de Vilo Arévalo:
“A mis costados, sin cesar, se agita el Demonio; flota alrededor mío como un aire impalpable; lo aspiro y siento que abrasa mis pulmones y los llena de un deseo eterno y culpable.
A veces toma (conoce mi gran amor por el Arte) la forma de la más seductora de las mujeres y, bajo especioso pretexto de aburrimiento, acostumbra mis labios a filtros infames.
Me conduce así lejos de la mirada de Dios, jadeante y rendido de fatiga, en medio de las llanuras del Hastío, profundas y desiertas, y lanza a mis ojos llenos de confusión ¡vestidos manchados, heridas abiertas y el parto sangriento de la Destrucción!”
En “Arco iris en negro” hay un protagonista - el poeta, el lector o un tercero - que se afirma entre el bien y el mal. Una transición del alma y los sentidos que van desde un estado de pureza a uno de corrupción que lo enfrenta con el temor y la muerte. Es una transición difícil, costosa y verso a verso, nos encontramos con imágenes de dolor, de sufrimiento, de sangre, de putrefacción que se exaltan como alegoría de lo bello. La oscuridad ha vencido a la luminosidad convertida en enemigo común de los seres corruptos, seres que toman el mal como un juego, que derraman sangre - propia y ajena – en pos del encuentro con su yo a través de la noche tenebrosa que se describe para perturbar a un lector que duda sobre su propia existencia y trascendencia.
El protagonista de “Arco iris en negro” hace suya la miseria y la opulencia que encuentra en esta transición que comienza con la combinación de los valores morales y termina – inesperadamente – con la perversión del alma. Se contradice, analiza, decide, vence y es vencido para, finalmente, rechazar lo puro y reengendrarse en “un ángel caído, un demonio reconciliado. Un ser temido que ha nacido”, el cual no ha encontrado lo que busca en la bondad, sino tienta a la misma muerte para encontrar amor, compañía, renacimiento. El anhelo de belleza se satisface en la miseria pura porque es esta la que cala hasta el alma.
Los poemas de “Arco iris en negro” se sienten como una letanía, como una oración profética que se inscribe entre cruces negras y ángeles con sangre en las manos que alimenta la sed del protagonista - y del lector – que ya para la mitad del libro debe haber hecho un pacto con la oscuridad de su interior para reconocerse entre estas estrofas. Se llora en rojo, se renace en anaranjado, se rechaza en amarillo, se espera en verde, se implora en azul, se cree en cyan, se redime en violeta y se termina - y se renace - en el negro de la amargura para volver al principio, donde todo se retuerce y cambia, donde lo negro es blanco, donde lo oscuro te hace ver, donde el dolor es placentero, donde la virginidad es virtud de los muertos que el protagonista mismo profana de sus tumbas, en donde “el bien se oculta bajo la máscara de su mal”, un mal que ahora le pertenece por añadidura gracias a la mutilación de la pureza.
“Arco iris en negro” le da al lector “la llave para abrir el inframundo”, y este no puede permanecer inmutable al invadir aquellos espacios a los que siempre ha temido. El enfrentamiento con su propia muerte, el cuestionamiento de las creencias enraizadas en su pensamiento y el descubrimiento de la corrupción del alma escondida entre los valores convertidos en antifaces perturba, deja un surco que muchos han de rechazar, pero que otros tantos se verán tentados a recorrer.
Hay un poema en el que el autor se cuestiona: “¿será que el papel manchado con bellos poemas recibirá una indiferente observación?”. Lo dudo. Dudo que el lector deje pasar estos versos sin cuestionar la intensión de su escritura, el paradigma de lo bueno como fin supremo y lo malo como objeto de rechazo y quizá, su existencia misma.
Felicito a Vilo y le deseo mucha suerte en el camino de las letras, no sin antes recordar a manera de reflexión que en esta carrera uno está en constante evolución, contradicción y aprendizaje.
Muchas gracias
Jennifer Thorndike
Bye!
2 comentarios:
que horrorosa salgo en esa foto xD
malvado, pon una foto de los dos pues
Sigo picona por no haber podido ir a verte!!
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