¿Puede
acaso un arco iris brillar encerrado en un armario? ¿Puede el amor ser libre
realmente si no se cumple con lo pre establecido? Los humanos tememos (y
odiamos) aquello que no entendemos. Uno podría argumentar que es el peso de lo
que nos han enseñado o lo que se considera correcto. Utilizo la palabra
“considera” para definir la opinión de cada uno, que es muy distinta a la
verdad. Siendo sinceros, la verdad completa está muy lejos de nuestro simple
entendimiento humano. Para comprender cada mundo interno, cada forma de amar,
cada clase de deseo y cada corazón se necesitaría cantidades divinas de
empatía.
No
podemos negar que los tiempos han cambiado, pero, ¿existirá aceptación
verdadera? Veamos algunos ejemplos.
Antes en las series de ficción televisada o escrita, los personajes
homosexuales, bisexuales, asexuales o de otra preferencia sexual eran
considerados un problema argumental, pues dicho personaje debía cumplir un
estereotipo (tener cierta profesión, ser una burla o un mal ejemplo). Por otro
lado, en la realidad se veía como una “enfermedad” o una “anormalidad”.
Comentarios como “No pareces gay”; “Está confundida”; “Es una etapa”; “Ya no
eres mi hijo”; “¿En qué me equivoqué cuando te criaba?”; “De seguro sacó lo
rarito de tu familia”; “No te juntes con ella, porque te va a contagiar las
malas actitudes”; entre otras frases que fomentaban la invisibilidad y el
temor. Sí, hemos recorrido bastante camino en la comprensión humana, pero nos
falta mucho por recorrer.
La
invisibilidad se da principalmente porque todos somos diferentes y, como
humanos, tenemos la costumbre de menospreciar a otros por no ser iguales a
nuestro estándar, demostrándolo por medio de críticas, humillaciones u omisión
de sus derechos humanos, obviando el hecho principal de que todos tenemos el
derecho de amar a quien nos parezca. La comunidad LGBT ha sido víctima de
hechos de odio e incomprensión, pero la hostilidad está también dentro del
“arco iris”: algunos gays piensan que los bisexuales no existen ya que son
“indecisos”; otros podrían opinar que ser lesbiana te da más aceptación ante la
sociedad, sin tener en consideración la lucha que han tenido a lo largo de la
historia; unos tantos podrían mirarte como bicho raro por no tener deseo sexual
por nadie; y otros no consideran que pueda existir discordancia sexual porque
no nacieron biológicamente como se identifican realmente.
Aún
existe mucho temor para aceptarse así mismo o misma, por lo que muchos siguen
refugiados en “Narnia”, es decir, dentro del armario, ya sea por miedo a
represalias o ataques pasivo - agresivos de nuestro entorno o por miedo a
“decepcionar” a otros. El amor es universal y nadie debería sentirse humillado
por amar o apoyar que otros amen. Es irónico, y algo hipócrita, consentir que
una pareja heterosexual se demuestre cariño al aire libre con una tomada de
manos o un beso, pero cuando alguien se toma de la mano con alguien de su mismo
sexo es un mal ejemplo o se está haciendo “escándalo”.
El
prejuicio sigue estando presente, claro que, de una manera más sutil, aunque
más peligrosa. Retomando el punto de los estereotipos, por mucho tiempo actores
no querían interpretar personajes homosexuales por temor a arruinar sus
carreras; personas no querían leer ( o admitir que leían) a Safo u Oscar Wilde
porque se les podría asociar de manera errónea; amigos se alejaban de sus
amigos porque habían confesado tener gustos diferentes ya que se pensaba,
muchas veces erróneamente, que podrían intentar algo con ellos; se creía que un
profesor gay o maestra lesbiana sería mal ejemplo y no debería trabajar con
niños, aunque se sabe que el mal ejemplo puede venir incluso de una persona
heterosexual que sea infiel o ataque a otros.
Es cierto,
ahora existe mayor representatividad en los medios, pero a veces es como si los
medios tuvieran que cubrir una cuota o tendencia. Soy un lector ávido y me
encanta el desarrollo de personajes en las historias, pero a veces ya parece
forzado incluir a un personaje LGTB, aunque no aporte a la historia. En otras
palabras, la aceptación debe ser orgánica, no forzada. Entiendo, son pasos de
bebé, pero en muchos lugares se fomenta la represión del verdadero ser para
encajar, inclusive haciendo ilegal el amor. Una cosa es sentir respeto por otro
ser humano y otra muy diferente sentir pena porque viven de una manera distinta
a la nuestra, siendo la segunda alternativa denigrante hacia cualquier persona.
Es
bastante probable que este pequeño escrito sea mal interpretado o atacado,
pero, solo se logra aceptación cuando nos ponemos en los zapatos de otros y
caminamos unos metros. Ama a quien desees amar y deja que otros amen a quien
sus espíritus les llamen a amar. Abandonemos el prejuicio y empecemos a
respetar. Enseñemos a las nuevas generaciones que no se logra nada con el odio.
Al respecto, me pareció increíble lo que escuché alguna vez en una librería. Un
joven de 11 o 12 años le preguntaba a la vendedora de qué trataba cierto libro
y la vendedora, bastante imparcial, narró que se trataba de dos chicos que se
conocían y poco a poco se iban enamorando. La reacción del joven fue poner una
cara de asco y dejar el libro con fastidio en el estante. Esa reacción,
analizada desde fuera, me hace pensar que eso es lo que ha aprendido ya sea en
casa o en clases. El joven aprobó con notas altas la lección de prejuicio que
la sociedad espera que tengamos, lo cual me lleva nuevamente a la frase inicial
de este artículo: “¿Puede acaso un arco iris brillar encerrado en un armario?”
¿Qué
tan grande es el amor no romántico para aceptar a otros? Existe esperanza
cuando logras ver que un padre le dice a su hijo o hija que no importa a quién ame
siempre será querido o querida. Las posibilidades de evolución mejoran cuando
los amigos no le dan importancia a la orientación o preferencia sexual de otros
para definir su amistad. No existe algo más grande que el amor, en todas sus
formas, en especial la aceptación y el respeto por otros seres humanos. Si te cuesta
trabajo dejar de lado los prejuicios, olvida todas las etiquetas, excepto la
más importante: Todos somos humanos y merecemos ser felices y respetados. El
odio y el prejuicio son aprendidos, el amor nace del instinto propio del ser
humano. Pensemos ¿qué pasaría si quisieran obligarnos a amar alguien que no
queremos amar? Es decisión nuestra qué
actitud tomar: evolucionar como humanos y aceptar o quedarse en los
tiempos obsoletos y solo criticar.