Se podría decir que no hay persona en este mundo más mordaz e irónica
que la Vida misma, siempre dándonos oportunidades, pero usualmente negándonos
el poder disfrutar los resultados.
A lo largo de la historia vemos
prueba de las crueles burlas de la Vida. Por ejemplo, tenemos a Beethoven, uno
de los mejores pianistas y compositores que el mundo podría haber albergado y
sin embargo, quedó sordo. Beethoven usaba una “corneta” para poder escuchar.
Otro ejemplo podría ser Michelangelo Bonarotti quien perdió la vista al pintar
la bóveda de la Capilla Sixtina. Así hay muchos ejemplos graficados en los
libros de texto o incluso la Biblia.
Muchas veces nos quejamos por no ver los resultados a nuestros
esfuerzos, o porque no obtenemos la reacción en el momento realizar una buena
acción, muchas de estas quejas, aunque con razón, son injustas pues la vida
demora en mostrar los resultados. Incluso hay veces en las que nuestra labor no
da frutos hasta mucho después de abandonar este mundo. ¿Es que acaso no existe
la equivalencia de intercambio? ¿Nuestro esfuerzo es en vano?
No debemos desanimarnos por eso, pues
bien lo dijo Einstein “ Sólo aquel que vive por otro vive en realidad”.
Nuestras acciones y sus consecuencias positivas servirán a otras personas, no
necesariamente a nosotros mismos, al igual que nosotros nos hemos beneficiado
con las acciones de personas que vivieron en el pasado y nunca vieron su obra
completa.
Es un reto muy grande, poder hacer
algo sabiendo que posiblemente no lo podamos disfrutar, pero las personas que
lo hagan, terminarán haciendo algo por otro sin saberlo si quiera. ¿Podremos
vencer nuestro egoísmo y soberbia al punto de hacer algo bueno a cambio de no
verlo? Pues eso es decisión de cada uno...
Lo escribí el 20.03.2015