El tatuaje
de serpiente sobre su rostro daba la impresión, dependiendo de la luz, de que
el reptil se alimentaría en cualquier momento con el ojo de Dominique. A pesar
de estar inconsciente, uno podía asumir que ella despertaría en cualquier
momento.
Su cuerpo
desnudo estaba recostado sobre una mesa de operación, hecha de acero
quirúrgico. A un lado de la plataforma, se encontraba una mesa con utensilios
oxidados y restos de cables. El piso tenía manchas de sangre. La respiración de
la mujer era constante y tranquila mientras que la máquina que registraba los
latidos de su corazón mostraba un registro de ochenta palpitaciones por minuto.
Cables conectados a un generador de electricidad sobresalían en el pecho de la
joven.
La mente de
Dominique soñaba en los últimos acontecimientos, aunque en forma borrosa.
Recordaba haber entrado a una discoteca. Era noche de fiesta. Usaba su
minifalda negra de cuero, su blusa de lino color lila y tacos estiletos morados.
Se había laceado su cabello cobrizo y el maquillaje era propicio para el coqueteo.
Lo siguiente que recordaba era entrar al baño. Había bailado con distintos
hombres. Nada serio.
Los sueños
se enturbiaban. Una mano fuerte le cogió el brazo. Un dolor agudo en el cuello
y luego todo se volvió blanco. Sentía su cuerpo extraño, más pesado por partes,
más frío y fuerte que antes. Su mente parecía dividirse, encerrando su
consciencia en lo más profundo de su psique mientras su voluntad era cambiada.
Una voz masculina le daba órdenes, que aunque dormida, no podía resistirse a
ellas.
Un fuerte
impacto eléctrico golpeó a través de los cables su corazón, elevando la
frecuencia de sus latidos, despertándola.
Quería sentir
terror, pero todo parecía ser visto desde lejos. No sentía ya dolor. Tenía la
sensación de poder destruir con sus manos los grilletes que la aprisionaban.
Intentó hacerlo y logró liberarse sin esfuerzo. La cama quirúrgica seguía fría
contra su espalda.
Había un
espejo roto frente a ella. Descontando los cables conectados a su corazón, ella
se veía normal. A un lado vio rastros de su ropa, ya destrozada. El tatuaje era
algo nuevo.
-“DESPIERTA”.-La
misma voz masculina de sus sueños se escuchaba desde un parlante en la esquina
superior de la sala.
Instintivamente,
Dominique se cubrió los senos con sus manos y miró a su alrededor, buscando la
fuente de la voz. Su ojo izquierdo, en el que descansaba el hocico abierto de
la serpiente, hizo un movimiento como de acercamiento telescópico.
-“¿Dónde
estoy? ¿Quién eres tú? ¿Qué me has hecho? ¿Qué le pasa a mi ojo? ¡MUÉSTRATE
COBARDE!”- La voz de Dominique sonaba fría y metálica, sin emoción.
Se escuchó
el accionar de un interruptor, saliendo del mismo parlante. Sin previo aviso el
cuerpo de Dominique cambió. Su brazo derecho se transformó en un cañón y una
ráfaga de balas salió hacia la puerta metálica de la tétrica sala de
operaciones.
-“ERES LA
GUARDIANA DE LA GUERRA. ERES LA PRIMERA EN DESPERTAR”.-La voz masculina
respondió.
Dominique
quedó encerrada, sin entender, mientras los disparos cesaban y humo salía de
sus reformados dedos…
***
Esta es la primera parte de un pequeño proyecto que tengo en mente. Estén atentos a lo que sigue.