DISCLAIMER:
Los personajes de esta historia le pertenecen a Mochita Chan (Eugenia Jouyen)
Esta historia fue escrita en agosto de 2010 a petición de ella con mucho cariño. Los hechos
narrados si son de mi propiedad (Vilo ^_^) y autorizo a Mochi a usarlos como
mejor le parezcan.
ADVERTENCIA:
CONTENIDO SEXUAL EXPLÍCITO . Leerla bajo su propia responsabilidad.
Según la historia, Goro es la Reencarnación de Poseidón y Marla la reencarnación de Hestia.
ENTRE EL
FUEGO DE LA PASIÓN Y LA FRIALDAD DEL AGUA.
-“Deja
eso para otro momento. Es tu cumpleaños. Incluso tú puedes celebrar este día
¿no?”- Marla había entrado al despacho que Goro tenía en su casa. Su tono
evidentemente estaba entre la burla y el regaño.
-“Es sólo un día más. No veo por qué tanto escándalo por
mi cumpleaños”- El hombre de cabellos oscuros le respondió con evidente
fastidio por la interrupción.
Goro
para variar un poco su rutina (si como no), decidió llevarse trabajo a casa.
Marla no estaba dispuesta a aceptar eso como respuesta, después de todo Goro
trabajaba tan duro que merecía un descanso.
-“¡Vamos! Te invito a dar una vuelta en el Ferrari”- una sonrisa
coqueta se dibujó en el rostro de la mujer de cabellos verdes y ojos olivados.
Una expresión de terror invadió el rostro del ejecutivo.
Si había algo que le asustara a la reencarnación del poderoso Dios del Mar, era
la forma tan brutal que su compañera tenía para manejar. Era como si fuese otra
persona tras el volante. Ya había tenido bastante con la última vez que no sólo
tuvo que pagar multas y la reparación
del auto negro, si no también tuvo que pagar la recuperación psicológica
de una pobre anciana, que pensó que la parca la había venido a buscar mientras
paseaba con su pequeño gato. Imagínense que están tranquilos en una calle,
preocupándose de sus propios asuntos cuando se escucha a lo lejos el sonido de
un auto destrozando botes de basura. El pobre Whiskers nunca será el mismo. Los rumores eran
que el gato, luego de su experiencia, intentó matarse ingiriendo pastillas
calmantes que su dueña tenía en casa. Claro es un rumor sin confirmar.[1]
Goro pensó sabiamente que sería mejor quedarse en casa y
dejar de trabajar para evitar que la despreocupada mujer en frente de él
maneje.
La oficina era grande y acogedora. Colgado en la pared,
se encontraba el tridente dorado que Hefesto le había fabricado a Goro. La
alfombra era blanca y peluda como pelo de gato angora. El escritorio era hecho
de fina caoba mientras que la silla de Goro era alta y negra. Había un pequeño
bar con las mejores bebidas: Whisky etiqueta azul, Ron cubano, agua mineral de
los Alpes y muchas más.
Mientras Goro
guardaba sus documentos, Marla se acercaba al mini bar y se servía un poco de
licor de menta. Puso un poco de música tranquila en el equipo que se encontraba
en la parte izquierda del despacho y tomó asiento en el amplio sofá de cuero.
Marla usaba un vestido color lavanda (diseñado por ella
misma). Se veía elegante. La falda le llegaba a las rodillas. Usaba una pulsera
dorada en cada mano y lo más llamativo era un anillo de esmeraldas en su mano
derecha.
-“¿Aún usas ese vejestorio?”- Goro comentó al notar el
anillo.
-“¿Lo recuerdas? Me lo diste tú en la era Meiji”- Marla
levantó su mano para mostrar el anillo. Una amplia sonrisa en sus carnosos
labios. En una vida pasada, Poseidón le había obsequiado el anillo a la Diosa
del hogar, y al parecer era uno de sus objetos más preciados.
Goro no pudo evitar sentir un poco de incomodidad. No era
misterio que no le agradaba que supieran que tenía un lado diferente al del
frío ejecutivo. Pero con Hestia era imposible fingir.
-“Te traje un regalo. Es mi nueva fragancia. Se llama Ocean’s
Coolness. Me
inspiré en ti”- Dijo divertida la hermosa diseñadora mientras extendía un
paquete pequeño. Era obvio que le encantaba hacer sentir incómodo a su amigo,
quien aceptó el paquete a regañadientes.
Goro
estaba usando un terno, como era su
costumbre, color azul marino, una camisa celeste y una corbata amarilla. Como
sujetador para la corbata usaba un pequeño broche de oro en forma de Tridente.
Se llamaba el Tridente de Neptuno. Marla sabía que no debía preguntar sobre ese
adorno. Una vez descubrió que fue el único regalo de su padre hacia Goro. El
padre de Goro, la séptima reencarnación de Poseidón, se lo regaló cuando Goro
tenía 16 años. Fue el único gesto paternal que tendría con su hijo. Incluso
alguien tan despreocupada como Marla sabe cuando no debe hablar, ya que sabe
que cada quien merece su propio espacio.
La
colección musical de Goro era de lo mejor. La música clásica llenaba el
ambiente. Marla seguía tomando su menta mientras Goro se sirvió un poco de
Whisky.
-“Ya
que no quieres que conduzca, ¿qué haremos? ¿Te provoca ir a la opera?”- Marla
parecía desilusionada por no conducir, pero igual disfrutaba de la compañía de
Goro.
Goro
parecía meditarlo un momento. No tenía muchas ganas de salir en realidad.
Aunque no lo admita, disfrutaba de estar en privado con la norteamericana.
Después de todo, Marla era muy sexy. Sus medidas eran 90-62-92. Sus facciones
eran codiciadas por muchos hombres. Pero, ¿de dónde salen estos pensamientos?
¿Acaso Goro se admitió a sí mismo que Marla era atractiva? La reencarnación del
Dios del Mar intentó bloquear esos pensamientos.
-“Prefiero
quedarme aquí y pasarla tranquilo contigo”- Las palabras abandonaron sus labios
sin que pudiera evitarlo. ¿Acaso le acababa de coquetear a Marla? No puede ser.
¿El trago tendría algo?
-“¡Ay
Goro me sonrojas!”- La mujer de cabellos verdes respondió divertida. En
realidad el sonrojado (aunque levemente) era Goro. Marla parecía disfrutar eso.
Marla
se acercó al escritorio de Goro. Colocó su bebida en la mesa y atenuó las luces.
Goro tenía un candelabro antiguo colgando en el techo de su oficina y Marla usó su piroquinesis para
encender las velas.
Goro
seguía bebiendo su bebida color miel. Sin saber por qué de pronto sentía mucho
calor. Sentía muchas ganas de conversar con su atractiva compañera. ¿Atractiva?
¿Qué ocurría?
Marla
sonreía coqueta. Parecía que disfrutaba ver al ejecutivo en esa actitud. Goro
se sacó el saco y lo colgó en su asiento. Aflojó su corbata y desabrochó los
primeros botones de su camisa. El calor debía
ser insoportable como una jungla amazónica. Pero Marla no parecía estar
fastidiada por eso.
-“¿Quieres
un masaje?”- Antes que Goro pudiese responder, Marla ya estaba masajeando los
anchos hombros del ejecutivo.
¿Qué
ocurría? ¿Por qué Goro sentía tanto calor, tanta excitación? Goro normalmente
controlaba sus emociones con mucha facilidad, ¿acaso estaba perdiendo su
habilidad? No es que haya sido ciego para no notar las curvas de la mujer
peliverde. ¿Acaso era lo prohibido lo que atraía tanto? Hestia era la Diosa que
siempre conservó su virginidad en todas las vidas desde la época de la
mitología. Goro detestaba no tener el control sobre su cuerpo, sobre sus
emociones. Lo hacían sentir impotente.
Las
delicadas manos de Marla seguían con su labor sobre los hombros de Goro. La
música que sonaba era una canción tocada por una lira y una ocarina llamada
“Serenata al Agua”. Era interpretada por un nuevo dueto japonés llamado Link
& Sheik, quienes eran maestros en canciones instrumentales que llegaban al
alma. Aquella melodía hacia sentir la tranquilidad y la frescura del agua. La
sensación, sumada a los masajes que la
fina estadounidense realizaba, se reflejaba en el rostro de Goro, cuyas
facciones duras se iban contorsionando por la relajación y por qué no decirlo,
un gusto intenso.
Las
manos de Marla apretaban los hombros de Goro, liberando los nudos de tensión
que se habían acumulado en el cuerpo del ejecutivo. Todos conocemos los
placeres de un buen masaje cuando estamos tensos. Digamos que esto le caía a
Goro como anillo al dedo.
-“¿Qué
me ocurre?”- Goro pensaba mientras evidentemente disfrutaba los masajes.- “¿Por
qué deseo desprenderme de esta ropa? Marla se ve muy bien en ese vestido. Sus
cabellos caen sobre sus hombros y eso me perturba. Pero ¿qué diablos pasa aquí?
Siempre supe que era bonita pero, ¿por qué ahora quiero tenerla tan cerca?”-
Mientras pensaba en estas cosas, Goro secaba su vaso de Whisky.-“
Definitivamente es el stress, y toda esta repentina relajación”- Pensó.-
“Además soy hombre y ella es mujer y ambos somos adultos...Pero, ¿qué estoy
pensando?”
-“¿Te
gusta?”- Marla uso el susurro más suave que podía. El aliento fresco de la
mujer se sentía muy cerca al oído del hombre.
No
conozco ningún hombre que esté hecho de piedra, es más me sorprende que Goro
tenga tanto auto control, pero ¿cuánto durará? Por más frío que el Emperador
del Mar sea, en algún momento su voluntad se quebrará. Es más, su rostro ya
mostraba señales de estar perdiendo la batalla consigo mismo. Marla rodeó sus
manos en el cuello de Goro, a modo de abrazo, mientras masajeaba el tórax amplio.
Más
por inercia que por otra cosa, Goro se desabrochó toda la camisa de seda. Las
manos de Marla acariciaban el torso desnudo y musculoso de la reencarnación de
Poseidón.
El
masaje cesó. Marla volteó la silla de cuero donde Goro estaba sentado. Ambos
rostros se encontraron. Los ojos arrojaban chispas. Goro estaba al límite de la
resistencia humana. Será el Dios del Mar pero su cuerpo es tan mortal como el
de cualquiera y tiene los mismos bajos instintos. Sin poder detenerse, el hombre de cabellos
oscuros toma a la mujer y la sienta en su regazo. Mientras sus manos se
cerraban en las sinuosas curvas de Marla, depositaba un beso en sus labios.
Marla
acariciaba el rostro tosco pero atractivo de Goro. Ambas lenguas no se
despegaban, Las manos de Goro recorrían expertas el cuerpo de ella. Esas
caderas matarían a cualquier hombre.
La
excitación en ambos cuerpos era notoria. Las caricias fueron subiendo de tono.
Una de las manos de Goro abandonó la cintura de Marla y se centró en las largas
piernas, acariciándolas por debajo del vestido. Sus piernas tenían la suavidad
de la seda. Marla por su parte despojaba ese amplio torso (debido a la natación
desde niño) de la camisa que ya era un estorbo.
Las
miradas mostraban más que simple deseo. Mostraban una lujuria divina y pura. En
los cortos periodos que se separaban para recuperar el aliento, ambos se
miraban como si hubiesen esperado esto hace tiempo, hace siglos, pero que por
las diferencias culturales y liberales a través de las eras no se les permitía
ser sinceros.
La
melodía había cambiado. De ser tranquila como una Serenata tomó el cadencioso
ritmo de un Bolero. Esta vez la melodía, también interpretada por el dueto
japonés, se llamaba el Bolero del Fuego. La música, era digno reflejo de la
pasión sentida por ambos Dioses. Hacía hervir la sangre, hacía motivar a
liberarse de toda atadura, a mostrar toda la virtud de una danza lujuriosa.
Goro
ya no aguantaba más. Con Marla en brazos, se puso de pie y se dirigió a la
puerta del despacho. Ya era momento de un cambio de locación, un lugar más
apropiado para lo que les esperaba a ambos. Un último beso antes de salir del
despacho y dirigirse a su recámara. Los sirvientes no se encontraban en la
casa. Todos habían sido dispensados por ser el cumpleaños de Goro. Como Goro no
quería ninguna interrupción decidió que ese día nadie pudiese saludarlo.
La
recámara de Goro era digno ejemplo de la riqueza. Una enorme cama los aguardaba
a los amantes. Las paredes adornadas con trofeos y diplomas de cuando Goro
ganaba todas las competencias de natación cuando era niño y adolescente. Una
pecera enorme justo frente a la cama relucía con peces de agua salada. Era como
estar bajo el mar.
Goro
depositó suavemente a Marla en la cama, donde su sensualidad se acentuaba. Las
caricias siguieron, con Goro también recostado en la cama.
Mientras
se besaban, las manos de Marla se ocupaban de los pantalones de Goro,
desabrochándolos. Pronto fueron retirados por completo de las piernas del
hombre dejándolo en boxers, con una poderosa y evidente erección tras ellos.
Goro por su lado bajaba suavemente el cierre del vestido (se encontraba en la
espalda del mismo). Si la lujuria oliera, en este momento apasionado el olor sería
lo más fuerte que se pueda oler.
Las
caricias se incrementaban al estar ambos en ropa interior. Goro con sus boxers
pegados color plomo y Marla con su conjunto de encaje color rosa. Goro era
diestro en los besos. Los besos abandonaron los labios de Marla y se centraron
en su cuello. Su hábil mano derecha acariciaba la cadera de la mujer. Marla
jadeaba. Se sentía húmeda y sudorosa.
De
pronto las prendas se volvieron innecesarias. Goro con una sola mano despojó a
la mujer del brassier. Unos senos perfectos los recibieron. Marla bajaba los
boxers de su compañero, cuya erección había aumentado considerablemente. Las
manos de Goro comenzaron a masajear los pezones de Marla, quien soltaba jadeos
y grititos de placer.
Llegó
el momento para que las bragas de ella se alejaran de aquel tesoro, eran los
pensamientos de Goro, quien no se sorprendió al sentir empapadas en fluidos
corporales la prenda. Era un espectáculo hermoso. Ambos desnudos, ambos cuerpos
se volvían más deseados con cada segundo que pasaba.
Goro
se recostó sobre Marla, quien lo miraba deseosa. La gruesa hombría de Goro
encontró cierta dificultad para entrar en ella. Su estrechez era excitante y el
calor de la sangre proveniente de la virginidad destruida.
-“Tranquila,
que todo lo haré delicadamente”- El tono de Goro era tranquilizante y cálido.
Marla, aunque con el rostro cargado de dolor, asentía.
El
dolor para ambos fue disipándose poco a poco y fue reemplazado por una
placentera sensación. Marla se sujetaba de la ancha espalda de Goro mientras el
bombeo continuaba en su interior.
Los
besos se volvían torpes y apresurados, pero las
caricias se volvían cada vez más suaves y delicadas. La pose escogida ya
dejaba de brindar la fricción necesaria para el disfrute máximo. Goro se
recostó sobre su espalda. Era el momento de que Marla tomara el control.
La
hermosa mujer se sentó sobre la pelvis de Goro. Lentamente, condujo el miembro
de su amante en su interior. Una nueva sensación de separación se sentía en el
interior de la bella mujer americana. Goro simplemente cogía las amplias
caderas de ella mientras fomentaba el subir y el bajar en las mismas. Las uñas
de Marla se incrustaban sobre el pecho de Goro, en un intento de aminorar esa
mezcla de dolor placentero y excitación descontrolada.
Para
ser la primera vez de Marla, ella se manejaba con bastante pasión. Los expertos
movimientos de Goro y la fogosa pasión de ambos hicieron que clímax no demorara
mucho. Ambas explosiones se dieron al mismo tiempo, como si hubiesen estado
cronometradas.
-“Goro
eres maravilloso”- Marla decía jadeante mientras se recostaba en el pecho del
ejecutivo. Los fluidos de ambos se chorreaban por entre sus piernas.
-“Te
amo, Marla...”- Goro dijo en un susurro apenas audible.
Era
de esperarse que Marla se sorprendiera. Nadie le creería si dijera que el
Presidente de la Corporación Hanajima le había dicho esas 5 letras juntas. Con
un suave beso le demostró que ella también lo consideraba muy especial. La
mujer de cabellos verdes (ahora desarreglados) se recostó al costado de Goro
quien la abrazó tranquilamente, mientras ambos se quedaban dormidos.
Se
preguntarán por qué este cambio en la actitud de Goro, pues Goro nunca lo sabrá
pero cuando Marla se acercó para servirse su bebida colocó un poderoso
afrodisíaco en todas las botellas. Fue muy rápida y astuta. Eso demuestra que
para astuto, astuto y medio. Goro podrá ser difícil de engañar pero hoy fue
superado.
Más
que un afrodisíaco simple, era la mezcla de un poderoso suero de la verdad con
las propiedades de elevar la temperatura de la sangre en el cuerpo. Lo mejor de
ese preparado es que únicamente afecta a los del sexo masculino por ser
feromonas femeninas tratadas químicamente.
Digamos
que Goro sólo necesitaba una ayudadita, un empujón para aceptar lo que el mismo
quería negarse, por lo que Marla no fue tan cruel o ¿sí?
FIN.
DISCLAIMER 2> La imagen, que no es de mi propiedad y por la cual no deseo obtener beneficio alguno, se llama Will of Water and Fire by
Alastor3000.
La uso solo con fines ilustrativos. La pueden ubicar en http://alastor3000.deviantart.com/art/Will-of-Water-and-Fire-217138174
[1] Marla conduce bien para los estándares de una competición en Nascar,
sin embargo, no creo que las calles estén listas para sus habilidades U_U’